_
_
_
_
Reportaje:ARCOS DE LA FRONTERA | EXCURSIONES

Un litoral en el interior

Un lago artificial convierte a la localidad de la sierra de Cádiz en un pueblo de hábitos costeros

Tereixa Constenla

El risco sobre el que se descuelga la balconada de Arcos de la Frontera es archiconocido. Un pueblo blanco, enclavado en la ruta de marras que recorre 19 localidades de la sierra de Cádiz, que cuenta con una sucesión de casas medio colgadas que para sí quisiera Cuenca. A pesar de derrochar una belleza serrana que quita al hipo a sus visitantes, sus vecinos también han sucumbido a la devoción universal por el mar como sinónimo del bienestar, aunque sea un domingo de agosto en Matalascañas. O eso parece, si se sacude el paralizador embrujo urbanístico que emana de cada rincón de esta localidad repleta de casas-palacio y se desplaza hasta los alrededores del lago de Arcos.

El así llamado es, en realidad, una presa creada en el río Guadalete por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. Nadie le dice presa, ni embalse; incluso los letreros indicativos idealizan la obra artificial como lago. Y lo cierto es que tiene pinta, máxime a la caída del sol, que conforme se va poniendo enrojece por momentos como si se muriera de rabia. Con un ocaso así desaparecen las presas. La ingeniería hidráulica queda ahogada bajo el lago.

Eso, y la tentación fatal que ejerce el mar, debió estar en el origen del éxodo urbano que ha convertido los alrededores del lago de Arcos en una urbanización residencial, que podría presumir de escuchar el rompeolas en plena sierra gaditana si las mareas rijiesen la vida interior de los pantanos. No hay olas, pero sí deportes naúticos e incluso un club que organiza actividades y competiciones deportivas.

Un doble paseo -acerado y de tierra- recorre el perímetro del lago artificial, ante el que también se han instalado bancos en posición contemplativa para quienes desean simplemente mirar. Se obtiene una panorámica de colinas y lomas hechas a retales, que sólo desaparecen en la línea del horizonte que se ha apropiado el pueblo de Arcos. En las distancias cortas se aprecian patos, que se desplazan sobre el agua relajados al atardecer y que desaparecen parcialmente (de cuello arriba) en las horas más calurosas.

Antes de que el agua se estancase por obra de la ingeniería y los chalés se edificasen para disfrutar de la visión del agua, la familia de Antonio Ramírez ya vivía allí, cerca del río. A diferencia de otros vecinos, que perdieron sus casas, se libraron de los efectos de la ingeniería aunque, si quisieran, podrían presumir de ser los únicos que viven en primera línea de agua cuando la presa alcanza su máximo nivel, como está ocurriendo después de un invierno generoso en lluvias.

Viven a dos kilómetros del pueblo. El precio que pagan por ello es alto. No reciben la visita del cartero -la correspondencia se la dejan en una dirección en el casco urbano- y sólo en los últimos tiempos han logrado que les entreguen el suministro de butano. Hasta hace pocos años se alumbraban con un infernillo y maldecían en arameo cada vez que la batería de la televisión se agotaba en mitad de una película interesante. 'Tardaba 24 horas en cargarse y siempre se acababa en lo mejor', recordaba Antonia Camarena.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

No tuvieron luz hasta que no ahorraron lo suficiente para costear la instalación eléctrica hasta el núcleo, incluidas tres torres, el transformador y la línea que ahora cederán a la empresa energética. Frente a ellos, entre los eucaliptos, se divisa la urbanización, cuyos moradores no tienen problemas con el suministro eléctrico ni gasístico. Ni tampoco con el reparto del correo. Tanto la familia Ramírez Camarena como las que ocupan los chalés han optado por redibujar la personalidad del pueblo y se han inventado un nuevo estilo costero, a pesar de su enclave serrano, a un tiro de piedra del Parque Natural de la Sierra de Grazalema y a dos del de los Alcornocales. 'En el lago hacen regatas y competiciones de ésas de piraña', relata Antonia con los brazos en jarras, que sólo abandona para sacudir insectos. 'Hay muchos mosquitos, en verano tenemos que echarnos Utan todas las noches', explica.

Con vistas al lago también está la casa-museo de Manolita Chen y una finca con cabras y toros donde está 'proivida la entrada', según un clarificador cartel que cuelga sobre el alambre y que da más miedo que la ganadería brava sobre la que advierte.

San Pedro, madre de Dios

- Dónde. Desde Cádiz o Sevilla hay que ir hasta Jerez de la Frontera. Allí se coge la N-342 que lleva hasta Arcos. Para ir al lago hay que coger la carretera A-372 dirección a El Bosque. Un desvío, a la izquierda, indica el acceso a el lago y la urbanización El Santiscal. - Cuándo. Todo el año para visitar el pueblo, aunque los meses de verano son los menos recomendables por el calor. Las visitas idóneas al lago son después de épocas de lluvias, o sea en primavera o también invierno. - Alrededores. El casco antiguo de Arcos de la Frontera, declarado conjunto monumental histórico-artístico en 1962, se levanta sobre un peñasco. Las vistas desde la plaza del Cabildo cortan el hipo por una mezcla de grandeza y vértigo. Merece la pena pasear sin orden por las callejuelas empinadas de la población, pero entre los monumentos más destacados se citan el convento de la Encarnación, el Ayuntamiento, el castillo o la basílica de Santa María de la Asunción, que comenzó a construirse sobre una mezquita árabe. Durante el litigio que mantuvo esta parroquia con la de San Pedro por el título de más antigua de Arcos, los feligreses suprimieron las alusiones a la Virgen en sus oraciones y las sustituyeron por el apóstol. La cosa quedaba así: 'San Pedro, madre de Dios, ruega por nosotros..' - Y qué más. Oficina Municipal de Turismo: 956 70 22 64.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_