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Columna
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Relatividad

Uno lleva años pensando que el tiempo vuela y de ahí que se sucedan los aconteceres sin solución de continuidad. Seguramente porque la sensación del transcurrir del tiempo es relativa. Acabó la Feria de San Isidro y parecía como si hubiese empezado ayer, cuando en realidad llevaba un mes dando la matraca. Recién salimos del retorno de Semana Santa y ya estamos preparando el viaje, quizá también las maletas, del veraneo. Pasamos del frío invernal al ardor propio del estío mediante una transición imperceptible que apenas fue de horas.

Dicen los que saben que todo esto se debe al trepidante ritmo de vida que llevamos. Pero es mentira. No llevamos ningún trepidante ritmo de vida. La mayoría de la gente acude a un trabajo que a lo mejor ni le gusta e incluso es de una terrible monotonía, y al volver a casa se desquita viendo la televisión. Una ciudadanía que, según las estadísticas, se pasa por término medio cuatro horas al día viendo la televisión no lleva vida trepidante, sino relajada o, podríamos decir -apurando la significación de los términos- resignada.

Luego alguna explicación debe de haber para que todo corra y la vida pase a la velocidad del rayo. Servidor ha sostenido muchas veces que es una auténtica aceleración del cosmos y debe reconocer que cada vez que lo dice le miran como si fuese gilipollas. Bueno, algo de eso habrá. Mas no empece para que el discurrir del mundo y el precedente de sus orígenes permitan aventurar que el universo acelera uniformemente su movimiento. Y ahora nos encontramos en la fase de experimentar lo que llaman sin ninguna propiedad trepidante ritmo de vida, las estaciones que se juntan casi sin solución de continuidad, la fugacidad de los días y las horas. Y así seguirá siendo, corregido y aumentado, hasta que la aceleración se haga caótica, estalle de nuevo el Big Bang y nos vayamos todos a freír gárgaras.

La relatividad ya la definió Einstein para el concepto del tiempo y ahí estamos, pero seguramente no sea sino una parte del fundamento del ser y de la vida, que son sustancialmente relativos. Las propias noticias y hasta los descubrimientos científicos que nos llegan cotidianamente son pura relatividad; verdades nada más que relativas, sujetas a revisión; hoy, descalificación rotunda de otras verdades que se consideraron axiomáticas hace años y probablemente será desmentida en años venideros.

Valgan, a título de muestra, estas informaciones llegadas los últimos días, juro que agavilladas aquí de forma aleatoria, sin premeditación ni alevosía. A saber:

'El consumo de aceite de oliva evita la oxidación de las células'. Hace unas décadas esta afirmación del doctor José Mataix, catedrático de Fisiología de la Universidad de Granada y presidente de honor de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, se consideraba falsa porque los bromatólogos habían sentado todo lo contrario: el aceite de oliva perjudicaba la salud y lo bueno era consumir otros aceites o, mejor aún, mantequilla, que -por cierto- se consideraba el símbolo identificativo de la salud y el bienestar.

'El pescado azul reduce a la mitad el riesgo de cáncer de próstata', según la revista inglesa The Lancet. Por la época antes aludida también se predicaba lo contrario: el pescado azul, ni olerlo. Y la gente en general, pero sobre todo los enfermos en particular, comían pescado blanco, que era lo alimenticio, lo salutífero y lo bien visto.

'El asma ocupacional es la enfermedad profesional más frecuente'. El dato procede de la Sociedad Madrileña de Neumología y Cirugía Torácica y se refiere a una patología que afecta al aparato respiratorio de los profesionales de sectores como panadería, pintura, ganadería, agricultura, limpieza y enfermería. O sea, que respirar en esos ambientes, donde -al parecer- hay en suspensión sustancias químicas, puede provocar asma entre los trabajadores. Y uno lo cree a pies juntillas, si bien no deja de sorprenderle que simultáneamente otras fuentes (o la misma) afirmen masivamente que lo que pone a los trabajadores a morir del asma y de todos los males conocidos no es eso sino fumar o ser fumadores pasivos. ¿No te digo lo que hay?

Podríamos seguir. Pero la verdad es relativa, el espacio corto, la vida breve, está cayendo el ocaso y mañana será otro día.

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