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Excelente acogida en el Festival de Málaga del debú de Víctor García-León, 'Más pena que Gloria'

Que el público adolescente es el objetivo prioritario de los productores de cine es cosa sabida. Que sus despertares al sexo y a la sociedad son materia infinita de historias, también. Sin embargo, es bien difícil encontrar películas verosímiles u originales sobre el mundo de los jóvenes. El Festival de Málaga ofreció ayer sendos ejemplos de ambos extremos: la fallida obra de Ana Díez Algunas chicas (doblan las piernas cuando hablan) y el muy estimulante debú de Víctor García-León, Más pena que Gloria.

Mientras que Más pena que Gloria es una fresca, bien engrasada y honda mirada llena de sabiduría, la de Díez arrastra una penosa impotencia, derivada de una escritura insuficiente, cansinamente llevada a la pantalla.

Película de hijos de ilustres (el director lo es del cineasta José Luis García Sánchez y la cantante Rosa León; Jonás Groucho, el guionista, de Fernando Trueba, y el músico, David San José, de Víctor Manuel y Ana Belén), no es, sin embargo, una lección de hijos de papá. Todo lo contrario, expresa la voluntad de mirar desde adentro el despertar al amor y las vacilaciones de los 16 años, edad donde todo es posible, pero raramente sucede otra cosa que el fracaso. Centrada en un personaje, David (Biel Duràn), perdidamente enamorado de una lolita un tanto crecida, Gloria (Bárbara Lennie), la película cuenta sus dudas y urgencias. En su primera visión resalta la sabiduría con que, desde el guión y desde una realización muy firme, se contempla a los personajes, tiernos aunque no libres del ridículo.

La película, que se estrenará el 6 de julio, es el resultado de una unión de colegas debutantes muy jóvenes (García León tiene 24 años, y Jonás Groucho, 17) que se pensaron mucho hacer la película 'para evitar la inevitable referencia a nuestros padres; porque además de que el talento no se hereda, nos hace parecer como retrasados mentales', apuntó el director. La presencia de veteranos en el filme ha sido selectiva: los actores Quique San Francisco y María Galiana, el montador Pablo del Amo, el sonido de Gilles Orton y la producción de Lola Huete quien, con 'ciento y pocos millones', afirma haber realizado 'una película independiente de verdad'.

El filme pone en escena un ambiente escolar creíble muy alejado del idílico de varias series televisivas. 'Dicen que hago crítica social: pues no, es puro costumbrismo; lo que no existen son esas aulas luminosas y chicos guapos que salen en la tele', remató García-León, quien reconoce que la película cuenta su propia adolescencia. 'Un chico muy ingenuo que crece y se convierte en un mierda: le gusta una chica que no le hace caso, se enrolla con otra que no le gusta y que como el protagonista se ha tirado toda su vida vistiéndose con las camisetas de festivales de cine que le regalaban a su padre'.

En cambio, Lo de algunas chicas... es una lástima. El mayor problema del filme, que, según su directora, Ana Díez, trata 'sobre la nostalgia y la pérdida del amor', es que todo lo que en la pantalla se ve parece mal dosificado, empezando por el actor Fernando Ramallo, que parece salido de otra película.

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