Leyes frente a huellas invisibles
El psicólogo alemán afincado en Suecia Heinz Leyman, fallecido en 1999, fue el descubridor del acoso moral en Europa, a principios de los ochenta. Desde entonces, investigadores y medios de comunicación han ido destapando la caja de Pandora hasta abocar a la creación de asociaciones y de leyes sancionadoras en países como Suecia, Reino Unido y Suiza. En Francia e Italia ya se han presentado sendos proyectos legislativos.
En España, donde recientemente se han formado dos asociaciones (una en Vitoria y otra en Madrid -acoso@nova.es), el Grupo Parlamentario de Izquierda Unida llevó al Congreso en marzo de 1999 una propuesta para que el acoso psicológico fuera considerado como infracción en el Estatuto de los Trabajadores. La iniciativa fue rechazada por los votos del PP y CiU.
La pasada semana, los socialistas presentaron una proposición no de ley que todavía no ha dado tiempo a someter a discusión y votación. En cuanto a los sindicatos, UGT y CC OO han formulado sendas peticiones de regulación del fenómeno. En breve, Comisiones Obreras emprenderá una campaña de concienciación bajo el lema No sufras en silencio.
El Comité Consultivo sobre la Violencia en el Trabajo de la Comisión Europea, con sede en Luxemburgo, está estudiando la posibilidad de promover una directiva, aunque fuentes de ese organismo creen que pasará tiempo hasta que se llegue a tomar alguna decisión.
La dificultad en legislar el acoso moral en el trabajo estriba en que este fenómeno no deja huella aparente en la víctima. Sin embargo, los estudiosos hablan de graves consecuencias para su salud mental y física y para su trayectoria laboral: puede acabar abandonando el puesto de trabajo o en el despido.
Hasta llegar a una normativa, expertos y sindicatos recomiendan a la víctima acudir al médico o al psicólogo y no abandonar el empleo sin consultar antes a un abogado. En febrero pasado, una juez de Pamplona consideró en una sentencia 'accidente de trabajo' las depresiones de dos empleadas de la limpieza de un colegio por hostigamiento laboral del conserje del centro. Se trata, según el sindicato vasco LAB, de los primeros casos en que los tribunales españoles reconocen accidente de trabajo las bajas laborales por acoso moral.
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