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Reportaje:Primera División

El éxito tranquilo del equipo empresa

El acierto en la gestión y en la elección de entrenadores y la renovación de la plantilla explican el triunfo del Mallorca

El Mallorca, tercero en la Liga y clasificado para la Liga de Campeones, traza su biografía sin citas urgentes que atender con su historia porque hasta hace cuatro años ha sido secundaria y humilde. Tampoco el club siente las exigencias de una masa social impaciente por el vértigo ante el descenso, ni padece las tensiones de los presidentes y entrenadores histriónicos, o el vaivén de las juntas o propiedades colectivas. En el estadio de Son Moix los pasivos espectadores superan a los hinchas y el control del capital y el riesgo de la sociedad está lejos de la isla, en las únicas manos de la familia propietaria, los Asensio-Mosbah, dueños del grupo Zeta.

En esta calmosa tierra de nadie, alejado de los focos de la polémica y de la fama peninsular, apenas sin estrellas, trufado de veteranos eficaces desechados por clubes históricos, al estilo de un tapado, el Real Mallorca se ha hecho de nuevo un hueco entre los grandes. Es como los caballos maduros, que no cotizan en las apuestas pero siempre logran colocarse en la recta final sólo por saber aprovechar bien sus energías y beneficiarse de los fallos de los favoritos.

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Por cuarta vez, el equipo mallorquín ha firmado su papel casi tradicional de revelación del campeonato, un conjunto sólido y sobrio que con ambición ha sorprendido y derrotado al Madrid -dos veces-, al Barça y al Deportivo. 'El Mallorca me ha dado mayor categoría. Este club se consolida para desempeñar un papel estable arriba en la Liga, como el del Depor, por ejemplo', sostiene Luis Aragonés, que ha sido el entrenador de esta temporada, pero que abandona, efímero, pese a lograr la mejor clasificación en los 86 años de la sociedad. 'En Mallorca', relativiza 'siempre se ha dado más importancia a los entrenadores que al equipo, a los jugadores'.

Es el éxito tranquilo de un equipo empresa en el que no cabe aludir sólo al factor sorpresa ni a la capacidad estratégica de un entrenador, a la magia fugaz de los cracks o el fruto de las escuelas de fútbol base o de la cantera regional. El Mallorca es de diseño, representa la apertura de una nueva vía deportiva de estilo empresarial, definida en los criterios y en su concepción deportiva, en las antípodas del despilfarro verbal y de los abusos en ceses y talonarios.

Rentabilidad y sentimiento

La ruta fijada, ya una doctrina, se mantuvo impasible este año, pese a que en las primeras jornadas fue el farolillo rojo y, como cada temporada, se sucedieron las dudas tras sacar a mercado a sus figuras para generar liquidez, opción que se propicia al concebir la existencia del equipo como una inversión, una empresa que ha de sobrevivir y autofinanciarse. Pero este deporte vive de sentimientos y la primera expresión de felicidad de la nueva época llegó en los dos cursos de mandato riguroso en el banquillo del argentino Héctor Cúper, que dictó el espíritu fundacional y abrillantó el nombre del equipo al llegar a las finales de la Recopa y la Copa y ganar la Supercopa.El club de fútbol mallorquín, sin contestación ni fanatismo en las gradas ni en las asambleas de accionistas, ha sido asumido como un negocio sobre un empeño colectivo. No en vano el recién desaparecido Antonio Asensio Pizarro adquirió en 1995 la sociedad por las deudas, y por interés comercial se hizo con una ficha con la que se situó en el que entonces era un especulativo tablero de los derechos de retransmisiones televisivas.

Los inicios de la reciente historia resultaron efervescentes. Las empresas satélite del empresario periodístico comenzaron a fichar jugadores y entrenadores para dotar al equipo mallorquín y al resto de los clubes que controló en España. Mientras, apareció como primer protagonista del cambio el popular Bartolomé Beltrán, que fue un temporal presidente pantalla y quiso ser el as más grande del club.

'Los resultados exitosos del Mallorca son el fruto de su estabilidad y organización, de su personalidad recia, propia de sus entrenadores secos, sin que la directiva haya provocado cambios bruscos en el banquillo ni erráticas políticas de fichajes', explica Joan Manuel Z., periodista e hincha tipo desde la infancia y ex accionista del Mallorca, que añade: 'El club en los últimos años es sólido, la antítesis de lo que han hecho a su vez el Barça, el Atlético o la Real, por ejemplo'. La gestión y la tranquilidad en los despachos proviene de un presidente profesional, un ejecutivo ambicioso con un punto de dureza y aire de galán de película y sueldo, Mateu Alemany Font. Es el corazón de la institución, quien por delegación tiene en sus manos el único timón y maneja la caja fuerte. Llegó al club fichado en un concurso de méritos por un anuncio de prensa, en la época negra de los descensos y las deudas, y ha sobrevivido como gerente fiel a cinco presidentes. 'Nosotros somos conservadores en lo futbolístico', avanza como declaración Alemany. Esta concepción y el olfato del veterano entorno de técnicos (encabezado por un hombre gris, Pep Bonet) han quedado demostrados en el gran acierto en la elección de los sucesivos y entrenadores: Héctor Cúper, Fernando Vázquez y Luis Aragonés, y antes, Víctor Muñoz, Pichi Alonso y Mané.

La apuesta por la calidad y la técnica de los desconocidos, el sentido fenicio y comercial de los ojeadores nativos, se ha agudizado en la búsqueda de futuros jugadores. La ganancia está en aquellos jóvenes que se compran barato, rinden y se traspasan como figuras.

Los raros hallazgos de diamantes en las canteras ajenas y céspedes lejanos se han traducido en capitales descomunales, plusvalías grandiosas comparadas con el precio de fichaje. Entre equipos secundarios en otras regiones, el equipo de Bonet fichó y catapultó después con enormes réditos a personajes importantes sobre el césped: Valerón, Diego Tristán, Dani, Lauren, Stankovic..., y, en la vía de espera están Novo, Luque y Riera. El fútbol entendido como una rentabilidad deportiva y social, con dosis de riesgo, se refleja también en la política de fichajes de veteranos: Nadal, Soler y Engonga -desechados por el Barça y el Valencia- suman 110 años, pero han dejado en evidencia a sus sustitutos en sus clubes de origen.

Las contradicciones

El Mallorca ha marcado estilo. El esquema del equipo nace de la recia pero no agobiante arquitectura defensiva y luego de la sorpresa en las contras, los ataques breves, al estilo clásico. Es el fútbol de la sencillez, práctico, que, con matices, han repetido los sucesivos entrenadores. La dedicación y madurez de los maduros para el armazón trasero compensan las alegrías geniales de Eto'o, la bisoñez de Luque y la rara desazón de Finidi. Por querencia de las sociedades agregadas a la propiedad, el Mallorca ha tenido una dispar estrategia de adquisiciones en Argentina, que permitió descubrir finalmente al sabio Ibagaza. Esta pasión argentina ha traído al dúo más raro de metas, Roa y Burgos, y también a los fracasados Serizuela, Quinteros y López.La actividad deportiva cuenta con una ventaja pública añadida: el presidente habla poco de fútbol, pero mantiene esta declaración general de empresario: no bajar en beneficios. 'Lo más elemental es mantenernos en Primera. No debemos olvidar que jamás el Mallorca había conseguido enlazar cuatro temporadas seguidas en la máxima categoría. Lo importante es dotar al equipo de un entorno positivo y ofrecer a los jugadores tranquilidad'. La extraña realidad del Mallorca aparece también teñida de contradicciones: el club es un apéndice de una empresa exterior, la sociedad casi no tiene rostro, no exhibe una directiva arraigada y plural, y el presidente, aunque es prepotente, modera su protagonismo exterior. Además se sabe que la hinchada está contenta pero desactivada, casi sigilosa (16.000 socios), y no se ensancha en proporción a los muchos triunfos y al hecho de disfrutar por medio siglo de un estadio municipal gratis y de tener una gran ciudad de entrenamientos.

No es desconocido que muchos de los mallorquines reparten el corazón con otro club de mayor rango histórico (Madrid, Barcelona) y que una minoría sigue fiel a lo sentimental (Baleares, Poblense, Constancia), no en vano estos terceras compitieron con el Mallorca, que siempre quiso ser elitista. En la crónica secreta de esta extraña fusión de pasiones, los amigos del presidente Alemany explican que en la intimidad ha sido siempre del Madrid y que su drama sucedió en verano, cuando rechazó la dirección general del club blanco. Un sueldo de gran figura saldó la contradicción interior, el corazón mal partido. Pero la mayor incongruencia que han soportado las gradas fue ver que, entre miles de seguidores, los más fanáticos han sido los argentinos, los aliados de Cúper, que clamaban descamisados, calientes: 'El Mallorca es un sentimiento'. A la contra no ha cuajado la imagen teórica del conjunto como una apuesta antropológica futbolística, la de la ensaimada mecánica, cuya espiral es la sintética representación del pensamiento mallorquín, una teoría circular, simplemente un diseño.

Luque, Eto'o y Siviero celebran un gol ante Turdó.
Luque, Eto'o y Siviero celebran un gol ante Turdó.DANI CARDONA (REUTERS)

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