¿Un recurso escaso?
La Red Andaluza de la Nueva Cultura del Agua cuestiona la política hidráulica tradicional
En Andalucía se suele reflexionar en torno al agua cuando ésta escasea. Los grandes debates sociales a propósito de este recurso vital abundan en los periodos de sequía, justo cuando cualquier razonamiento se ve empañado por argumentos pasionales. No son los momentos de crisis hídrica los más adecuados para establecer estrategias que solucionen los problemas de abastecimiento y, sin embargo, no pocas decisiones trascendentales se toman justamente en esos momentos de alarma.
Despreciando este principio, medio centenar de profesionales, procedentes de los más variados campos, colectivos e instituciones, se reunieron la pasada semana en Málaga para constituir la Red Andaluza de la Nueva Cultura del Agua (NCA). Después de un invierno particularmente húmedo, cuando no está presente el fantasma de la escasez, ese que parece obligar al debate, nace este 'foro de información, reflexión y acción conjunta', en el que se ponen en cuestión los principios de la política hidráulica convencional.
En el manifiesto que recoge los objetivos de la NCA, sus promotores explican que 'se trata de entender los ríos, los manantiales y los humedales como cuerpos vivos, complejos y dinámicos, y no como simples colectores de agua'. La cantidad y la calidad de este recurso son las dos caras de una misma moneda, y al margen del carácter utilitarista que suele primar a la hora de referirse al patrimonio hídrico común, también hay que 'recuperar el tradicional valor lúdico, estético y simbólico de los paisajes del agua, característico de las culturas mediterráneas'.
Un siglo de política hidráulica basada en la regulación de los ríos y en la explotación de las aguas subterráneas ha transformado la faz de Andalucía. Ni el crecimiento económico experimentado en las últimas décadas, ni los paisajes actuales ni el sistema urbano andaluz, admiten los miembros de la NCA, podrían explicarse sin referencia a los logros de dicha política. Pero no se puede negar que, una y otra vez, Andalucía 'se enfrenta a demandas insatisfechas, escasez, restricciones y crispación en torno al agua'. Además, el precio del cambio ha sido muy alto: escasean las fuentes y manantiales de agua potable, pocos ríos continúan siendo aptos para el baño y los sistemas de riego tradicionales también están al borde de la desaparición.
A pesar de estas evidencias, se sigue defendiendo la idea de que la única fórmula para resolver la escasez de agua es multiplicando las inversiones hidráulicas, sobre todo en pantanos y trasvases. Un argumento que, a juicio de este colectivo, parte de un planteamiento erróneo: 'Cuando se afirma que el agua es un recurso escaso en Andalucía se oculta que esta escasez es relativa'. A cada andaluz le corresponden, como media, 2.000 litros de agua al día (unos 800 metros cúbicos al año), pero no todos los ciudadanos consumen lo mismo. La mayoría suele usar alrededor de 130 litros diarios (50 metros cúbicos anuales), mientras que otros, que emplean el agua como factor de producción, consumen varios miles, y hasta millones, de metros cúbicos al año.
A juicio de Leandro del Moral, geógrafo y profesor de la Universidad de Sevilla, 'existe un reparto no sólo injusto sino ineficiente, y por eso no se puede utilizar la sed de las ciudades como justificación para mantener una política irracional de generación de recursos, que asigna a unos el patrimonio natural de todos'. Tan sólo el 2,4% de las explotaciones agrícolas de la región (apenas 6.000 fincas) consumen en un año la misma cantidad de agua que precisan todos los abastecimientos urbanos e industriales de Andalucía durante dos años.
Y tampoco conviene olvidar, precisa este especialista, 'que entre los propios regantes el agua tampoco está bien repartida, porque existen agricultores privilegiados y desfavorecidos, cultivos que generan mucho o poco empleo, explotaciones que permiten la supervivencia de zonas rurales y otras que transfieren las rentas subvencionadas a los grandes núcleos urbanos'. El caso es que durante las dos últimas décadas se ha duplicado el volumen de embalse y, sin embargo, en la cuenca del Guadalquivir se mantiene el mismo déficit hídrico que hace veinte años, fenómeno que solo puede explicarse admitiendo que 'el crecimiento de la demanda, incontrolado y muchas veces ilegal, ha absorbido con creces los nuevos recursos disponibles'.
Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es
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