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TOMATITO | EL PERFIL

El tocaor de verónicas

Tereixa Constenla

Pasito a pasito, con la media sonrisa de los tímidos y la humildad de los grandes, escala una cima tras otra. Una piensa que José Fernández Torres Tomatito (Almería, 1958) acabaría forrado si hubiera sido vendedor ambulante, su salida casi natural de no haber nacido con don para la guitarra y tesón para el trabajo. Entre la constancia, el encanto y la belleza (lo único que no es mérito suyo) podría triunfar incluso en agosto vendiendo calcetines de lana en los mercadillos de Almería.

La venta y la guitarra rodean la historia del clan de los Tomate. Miguel, abuelo del tocaor almeriense, ya apuntó maestría. El renacuajo se familiarizó con el instrumento en La Chanca, el barrio con más alma de Almería gracias a una azarosa y sabia combinación de marineros y gitanos. Entonces no pensaba en ser guitarrista: tocaba y punto. Trastabillaba en los estudios hasta que logró vencer el empecinamiento de su madre para desmarcarse: se plantó en segundo de bachillerato después de sumar algunas colecciones de suspensos. Modesto con su arte, cuando se refiere a sus lagunas suena implacable: 'Soy un inculto'.

Para entonces ya había conocido a Camarón. Tenía 13 años cuando estaba tocando la guitarra en un tablao de Málaga y el cantaor le eligió por algo, probablemente por lo mismo que le distinguen críticos, músicos y seguidores como uno de los virtuosos de la guitarra, capaz de aunar técnica, inspiración y creatividad. Durante 18 años él y Camarón fueron inseparables en el escenario. Tal fue la identificación y la veneración que el guitarrista sentía hacia Camarón que, a su muerte, estuvo en un tris de despedirse de la guitarra. Sólo la admiración que le despierta Paco de Lucía se acerca una pizca a la que ha llegado a sentir por el flamenco gaditano.

Y, sin embargo, su maduración y su apuntalamiento artístico se ha producido tras la marcha del cantaor, capaz de eclipsar cualquier brillo por la desmesura del suyo. En estos años, Tomatito se ha afianzado como solista, con varios trabajos en solitario (Barrio negro o, el último, Paseo de los castaños), pero también ha tanteado con eficacia los experimentos. Por uno de ellos, junto al pianista de jazz, el dominicano Michel Camilo, le ha valido un Grammy. El álbum Spain incluye versiones de clásicos boleros (Bésame mucho), bulerías (A mi niño José) o rumbas (Vacilona).

Su curiosidad por otras músicas le había llevado antes a tocar con Chano Domínguez o el chileno Luis Salinas. Al margen de los réditos que hoy día rodean los mano a mano impensables, las etiquetas mestizas o las juntanzas insospechadas (Tomatito y Neneh Cherry), el guitarrista se mueve guiado por una insaciable curiosidad. Él reconoce ambas cosas. 'Yo chupo de mis viaje, de cualquier músico que me llame', confesaba el año pasado durante una conversación con Michel Camilo, publicada en Tentaciones. En el mismo encuentro explicaba que aspiraba a convertirse 'en un ciudadano del mundo'. El trueque artístico es el trampolín que utiliza para ello.

El Tomate es un gitano tradicional en lo doméstico e innovador en lo profesional. Se casó a los 17 años y ha tenido seis hijos con una gitana que vela por el hogar y el clan. Es muy creyente, pero su única manía antes de los conciertos es muy terrenal. Cree a pies juntillas que si siente hambre y se concentra en la cena que le espera, tocará bien. Un buen melón con jamón, por ejemplo, que siempre le ha gustado mucho. En su casa de Aguadulce, en Almería, se relaja con sus caballos y algunos paseos en bici. Colecciona guitarras y graba en su estudio portátil. Toca continuamente porque, dice, no sabe hacer otra cosa. Disfruta, al margen de flamencos como Paco de Lucía, con George Benson, Jimmy Hendrix, Al di Meola o John Mac Laghuin. Le gustan los animales: los pájaros, los gallos, los toros. José Tomás se ha convertido en su torero favorito porque le parece el único capaz de torear por soleás.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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