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Columna
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Ley del Suelo

Leyendo la prensa andaluza de estos días me encuentro con bastantes noticias relacionadas con problemas de planificación del territorio. Como es normal, Marbella sigue desgranando noticias de ilegalidades y edificaciones sin plan. La zona de los Caños de Meca y el Parque de La Braña, en Barbate, están sometidos a fuertes presiones de promotores para construir hoteles y otros proyectos turísticos. Destaca el curioso asunto de un campo de golf en El Puerto de Santa María. A la empresa promotora la Junta de Andalucía le acusa de publicidad engañosa. Digo lo de curioso no por lo de publicidad engañosa, sino sobre todo porque, parece ser, un accionista dominante es la caja de ahorros San Fernando de Sevilla, institución financiera en proceso de fusión con El Monte, aunque no sabemos de si de renovación de cargos.

Un incendio, el primero de la temporada, en la zona de Atlanterra, entre Tarifa y Zahara de los Atunes, trae a la actualidad el presente y el futuro de una zona turística y natural extraordinaria pero sometida a dislocados planes de urbanizaciones turísticas. Urbanizaciones caóticas, a pesar de ser planificadas, y descontroladas, a pesar de haber sido aprobadas por el Ayuntamiento respectivo.

Las expectativas económicas, la instalación entre la población del hábito de consumo masivo de productos turísticos, de terrenos, de apartamentos para fines de semana y verano, el aumento considerable de una tercera edad europea que encuentra su medio de descanso aquí en el Sur, junto a la existencia todavía de una gran reserva de suelo virgen, todo ello ha pasado a ser una cuestión decisiva para el modelo de Andalucía como región equilibrada.

Hacía falta desde hace mucho tiempo un marco legal que fuera capaz de frenar especulaciones, controlar desarrollos y proteger territorios fundamentales. La Ley de Ordenación Urbanística de Andalucía está a punto de comenzar su andadura parlamentaria. De su resultado y de su cumplimiento depende que las futuras generaciones no se encuentren un litoral andaluz contaminado, condensado y, si me apuran, sin remedio.

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