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Columna
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Control e intuición

Diego A. Manrique

Es un clásico dentro de la prensa musical. Una noticia que se repite cada pocos meses. Un productor, un DJ, un colectivo, un grupo, un compositor ha sido requerido por Madonna y -¡tan ta ta chán!- ha aceptado/rechazado/pospuesto la oferta de colaboración. Fuera de cada anécdota particular, esos cotilleos tienen valor indicativo: a Madonna se le atribuyen poderes extrasensoriales para adivinar los rumbos de la música pop. El suyo es el dedo del Rey Midas: más de un personajillo de segunda fila se ha inventado llamadas de la Chica Material para presumir de estar en la cresta de la ola y subir su tarifa.

No se engañe nadie: la supervivencia de Madonna, más allá del prodigioso dominio del universo mediático, obedece a su astucia musical. Al principio, sus cambios de lugartenientes eran interpretados como sacrificios de mantis religiosa: dado que no había precedentes de cantantes femeninas tan encima de su carrera, Madonna era vista como la trepadora implacable, experta en usar y tirar (hombres). ¡Cuanta tosquedad! Costó entender que, estéticamente, ella pertenece a la veleidosa Nación de la Pista de Baile, donde el sonido de Jellybean Benítez puede ser perejil indispensable durante una temporada... y un lastre embarazoso en la siguiente.

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Madonna ya está en Barcelona

Sus diversos frentes le permiten poner a prueba discretamente a futuros colaboradores. Una remezcla, una canción cinematográfica sirven como examen. Sus sucesivas 'manos derechas' han aprendido, en su ego y en su cuenta corriente, que el puesto en la corte de la Ambición Rubia es fugaz. William Orbit, que pilotó hábilmente su resurgimiento finisecular, parece haber perdido el favor, dicen que por deslices de comportamiento o por la vulgaridad de triunfar con un disco conteniendo versiones digitales de piezas clásicas.

Por el contrario, asciende en el staff Mirwais Ahmadzai, antiguo punki parisiense, que aporta el chic de la ascendiente música electrónica francesa. Lo cierto es que pocos geniecillos renuncian a la posibilidad de intimar, aunque sólo sea en el estudio, con Madonna.

El mundo a sus pies.

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