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Reportaje:

Que dos años no es nada

El Espai d'Art Contemporani de Castelló celebra el segundo aniversario de su inauguración

María Fabra

El Espai d'Art Contemporani de Castelló, parafraseando el Volver que inmortalizara Carlos Gardel, anuncia, con la llegada de junio, que dos años no es nada. Un cumpleaños que sirve a su director, José Miguel García Cortés, para seguir el espíritu del popular tango y asegurar que, en efecto, la vida de este museo es un soplo. Aire fresco para una pequeña capital de provincia, una iniciativa que removió en su día unos cimientos artísticos locales que siguen viviendo de iconografías marinas y huertanas de finales del XIX. García Cortés, para explicar la génesis del Espai d'Art, echa mano de una globalización que difumina fronteras y en la que las estructuras políticas tradicionales cuentan cada vez menos. Y considera que una sociedad sin complejos, aunque sea periférica, tradicional y tradicionalista, puede encajar en sus estructuras conceptos como hibridación, resignificación y sincretismo.

Desde aquel 1 de junio de 1999 se han realizado 12 exposiciones. La inaugural con obras de Jeff Wall, Pepe Espaliú y Carles Santos, fue seguida por un ciclo en el que bajo el título Siete propuestas y un epílogo para el final del milenio se abordaron asuntos como la cultura juvenil, la violencia, los discursos feministas, el urbanismo, el multiculturalismo, la tecnología, la espiritualidad y la memoria. Por el espacio diáfano del edificio han pasado obras de artistas como Bruce Nauman, Dan Graham, William Kentridge, Wolfang Tillmans, Bill Viola o Antoni Tàpies; se han formalizado relaciones más o menos estables con museos como el Centre George Pompidou de París, el MOMA de Nueva York o el Centro de Arte Reina Sofía, junto a galerías o coleccionistas de arte contemporáneo. Una actividad que plantea un resumen paradójico; vanguardia y retaguardia, si por esta última se entiende el discurso político provinciano, consiguen un mismo efecto: dar a conocer la ciudad de Castellón por medio mundo, según se señala en una memoria de actividades del Espai d'Art.

El museo ha logrado sobrevivir, pues, en una situación delicada. Ubicado en la más pequeña de las capitales valencianas y gestionado desde la más grande de ellas ha podido crecer sin renunciar a lo autóctono. Una decisión inteligente, sin duda, ha sido programar cada año una exposición (titulada Contemporáne@) en la que los artistas que viven o trabajan en Castellón tienen oportunidad, si lo necesitan o si así lo desean, de traspasar fronteras.

Para sorpresa de muchos, el Espai d'Art ha contado con el respaldo del público, 70.000 visitantes, ha permitido el contacto directo con artistas (como Nicole Eissenman), arquitectos (Beatriz Colomina), teóricos del arte (Jean François Chevrier), filósofos (Francisco Jarauta) o poetas (Francisco Brines); también ha elaborado publicaciones de calidad sobre las propuestas presentadas y ha desarrollado una intensa actividad pedagógica destinada a acercar la creación contemporánea al ámbito escolar. La celebración del cumpleaños, que tuvo lugar ayer, constó de una conferencia de Bartomeu Marí, director de Witte de With, Centro de Arte Contemporáneo de Rotterdam, sobre El arte más allá de la convención: nuevos modelos, nuevas necesidades y la proyección, en la explanada exterior del museo, de una película seleccionada por Antoni Muntadas. Habrá comenzado el año tres de la globalización artística castellonense y quedarán muchas cosas por hacer.

Una visitante en el espacio central del Espai d'Art Contemporani de Castelló.
Una visitante en el espacio central del Espai d'Art Contemporani de Castelló.ÀNGEL SÁNCHEZ
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