'Las bailarinas están desapareciendo'

La historia de la danza española no puede escribirse sin el nombre de Pilar López, bailarina, coreógrafa y, sobre todo, maestra. Comenzó junto a su hermana Encarnación López La Argentinita pero, tras su muerte en 1945, supo construir en solitario las bases de lo que hoy se entiende por danza española. A sus 88 años, esta mujer responsable de coreografías ya clásicas como El concierto de Aranjuez o El sombrero de tres picos, es aún una espectadora curiosa y está siempre dispuesta a seguir hablando de baile. Pilar López (San Sebastián, 1912) participó ayer en Sevilla, junto a sus colegas Rosita Segovia, María Rosa y José Antonio Ruiz, a una mesa redonda sobre Antonio El bailarín. El acto, moderado por el crítico de flamenco Ángel Álvarez Caballero, se celebró en el Museo de Artes y Costumbres Populares, donde la Consejería de Cultura muestra el legado que ha adquirido de Antonio El bailarín.

Pregunta. ¿La fuerza y la vistosidad del baile flamenco están dejando fuera de juego a la danza española?

Respuesta. Actualmente hay confusión entre lo que debe ser una bailaora, intérprete de flamenco, y una bailarina. Si es una bailarina debe saber escuela bolera, clásica, bailes regionales de toda España y, claro está, también flamenco.

P. ¿Está en peligro la danza española?

R. Todas las cosas tienen su ciclo y la danza española volverá. Aunque es cierto que las bailarinas están desapareciendo.

P. Usted triunfó en los escenarios de todo el mundo desde la década de los 30 hasta los 60, ¿Ha cambiado mucho el público?

R. El público es como los niños en la escuela, aprende lo que les enseñan. Ahora hay un poco de confusión que viene de las ganas que tienen los bailarines de fusionar y hacer cosas distintas. Yo, como parte del público, también sufro esa confusión. Muchas de las cosas que veo no las entiendo y no puedo calibrar su valor.

P. ¿No está entonces de acuerdo con la fusión?

R. Creo que hay obsesión por la fusión. No vamos a seguir bailando como hace 40 años, tiene que haber una evolución; pero no una revolución. En el toreo, por ejemplo, no hay fusión.

P. Usted ha sido una gran descubridora de bailaores como Antonio Gades, Mario Maya, El Güito...

R. Si no me hubiera rodeado de personas de gran valor no podría haber hecho nada. Yo era una diagnosticadora, como el doctor Marañón.

P. Pero algunos de sus colegas no apoyan a nuevos bailarines para que nadie les haga sombra.

R. Para mí fue siempre al contario. Quería que la gente que estaba a mi lado fuera más joven, más guapa y mejor que yo, porque eso era beneficioso para el espectáculo y para mi compañía.