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Reportaje:RAÍCES

Reina de la primavera

Los primitivos santuarios y las fiestas paganas de mayo están en los orígenes de la procesión del Rocío

Además de la tradición oral, que asegura que la Virgen del Rocío fue hallada casualmente por un cazador de Villamanrique, en el siglo XV, otra tradición, ésta documentada, asegura que fue Alfonso X el Sabio quien, en el siglo XIII, mandó construir un primitivo santuario y colocar allí una imagen de la Virgen bajo la advocación de Santa Mª de las Rocinas. Sin duda es más cierta ésta que la otra, pese a lo cual la del cazador está mucho más extendida. ¿Pero por qué ocultar con mitologías la verdad histórica? ¿Qué tiene de malo que un rey tan devoto iniciara el proceso? Desde luego posee mucho más encanto la historia del cazador, por más que nos la encontremos repetida de manera semejante en otros muchos lugares. (Por ejemplo, en Alcalá de Guadaira se dice que fue un pastor quien, siguiendo a un águila, encontró la Virgen de este nombre). Dos razones se nos ocurren. Primera, porque la leyenda del hallazgo fortuito por un personaje humilde mantiene el dominio de la fiesta en el ámbito popular, y no en el eclesiástico. Segundo, porque borra toda posible huella anterior.

Precisamente, al pasar por Alcalá de Guadaira, Blanco White escribió, a propósito de 'el innumerable ejército de imágenes de la Virgen' que hay en nuestra región: 'La Gran Diana de los alcalareños'. Mente sagaz la de este incómodo ilustrado que, como de costumbre, fue directamente al meollo: Gran Diana. Pudo haber dicho Gran Diosa Madre, reminiscencia latente en los sustratos del marianismo que suele ser mejor aceptada, aun por los ortodoxos, pero prefirió esa denominación un tanto híbrida, entre lo asiático y lo greco-latino, con toda intención, a sabiendas de que la evocación de la ambigua Diosa de la caza mal podía encajar en el discurso oficial de la Iglesia. Pero quizás no le faltaba razón. Conviene recordar que los santuarios han jugado un papel muy importante en la transición del paganismo al cristianismo y que, en concreto, los de la Diosa Diana fueron lugares muy frecuentados por apasionados peregrinos y enfermos, de modo que en algunos de ellos se han encontrado modelos en barro de exvotos de diferentes miembros corporales, tal como los que todavía hoy se ofrecen en numerosos santuarios marianos.

Pero el segundo ingrediente sincrético de la fiesta resulta acaso más interesante, y no es religioso, sino puramente profano y primaveral. Se refiere a las antiguas fiestas de mayo y de Pentecostés, anteriores también, o paralelas, al cristianismo. Nos bastará reproducir algunos textos de La rama dorada, de J. G. Frazer, al describir estos ritos festivos en la Hungría alemana, Irlanda, Francia y otros lugares de Europa: 'Es frecuente que la representación del espíritu de la vegetación se realice por medio de una reina. Las jóvenes, vestidas de blanco y llevando las primeras flores primaverales, acompañan a una muchacha que va coronada de flores y a quien llaman reina. Durante la procesión, que hacen con gran solemnidad, dando vueltas continuamente y cantando. Ante cada casa, la reina anuncia la llegada de la primavera y desea a sus moradores felicidades y bendiciones Eligen a la más bonita para que sea la reina de la Pascua de Pentecostés. Meriendas, bailes y juegos rústicos se seguían hasta terminar la fiesta con una gran procesión'. El parecido no puede ser más asombroso con la también llamada Reina de las Marismas, su procesión, a lo largo de la cual visita a todas las casas, y las réplicas que de sí misma figuran en todos los simpecados. En la transparencia de esta comparación se ven muchas más cosas, una principalmente: el ambiente de cohesión social, el valor más en alza en la actualidad del Rocío, con la incorporación a la fiesta de las clases medias, practicantes de una religiosidad más bien sociológica y nada fanática. Son las 'reuniones de amigos' que esos días lo comparten todo, suspenden toda clase de diferencias o rencillas, y así renuevan cada año el difícil compromiso de la amistad.Si pueden, no se lo pierdan. Pero no vayan de observadores ni de turistas. Se lo pasarán mal y, lo que es peor, no entenderán absolutamente nada. Suerte.

Las hermandades de Cádiz, en la imagen la de La Línea, iniciaron ayer el camino desde Doñana a El Rocío, tras atravesar el Guadalquivir.
Las hermandades de Cádiz, en la imagen la de La Línea, iniciaron ayer el camino desde Doñana a El Rocío, tras atravesar el Guadalquivir.JARO MUÑOZ

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