Cinco aguafiestas
Todo estaba preparado para que este segundo cartel fuerte de la temporada barcelonesa fuese una auténtica fiesta. Pero la cosa estuvo a punto de torcerse por culpa de cinco apelmazados aguafiestas, encarnados en cinco ejemplares pertenecientes al 'famoso' ganadero Juan Pedro Domeq- La corrida, aunque desigual de cara, estuvo bien presentada, pero en general tuvo poquísima fuerza y no demasiada raza. De la quema se salvó el quinto, el tuerto en el país de los ciegos, porque, por lo menos, aunque de embestida tipo babosa-carretón, aguantó, noble y repetidor, toda la faena.
¿Y qué había que hacer con tal material? Pues más o menos lo que hizo la terna: estar por encima del ganado, echando mano de recursos, cabeza y disposición. En este sentido, pocas veces se habrá visto a un Joselito tan dispuesto ante un lote poco propicio. El primero, aunque con un cierto tranco, era muy flojo y el madrileño, aunque no pudo redondear la faena, tuvo pinceladas de gran torería. El cuarto era muy flojo y fue devuelto a los corrales en un momento que no pareció el pertinente (después de dos varas y un quite). El sobrero, de la misma ganadería, no humilló y se puso a la defensiva. Joselito, que intervino toda la tarde en quites, comenzó la faean de rodillas y la prosiguió por ambos pitones, meritoria y toreramente, pero la res también se fue parando. Una gran estocada, entrando con arrojo, dio paso a la concesión de la oreja, premio a toda una tarde de gran entrega.
El deslucido segundo, también flojo, no dio facilidades a José Tomás, quien, no obstante, le instrumentó un suave muleteo, sin obligar mucho las embestidas, muy quieto y casi siempre a pies juntos. Queda dicho que el quinto aguantó toda una faena y José Tomás se la hizo, muy torera, valerosa y templada, brillando especialmente con la diestra. El público rugió de entusiasmo cuando ligó los muletazos, pero también con las manoletinas, que este diestro ha vuelto a poner de moda. Faena larga también, pero con la virtud de ir a más. Pinchazo y estocada, y aunque sonó un aviso, hubo concesión de las dos orejas.
Morante de la Puebla sólo había actuado una vez en Barcelona, en 1998, y no pasó nada. Ayer, en cambio, ya pudo dejar su tarjeta de visita. Excepcional con el capote toda la tarde. La faena a su primero parecía presagiar el triunfo grande, pero al bovino le dio por pararse muy pronto y la cosa quedó truncda. Tres cuartos de lo mismo pasó con el sexto, aunque aquí la faena durase un poco más.. Estocada tendida y petición no mayoritaria de oreja, negándose el diestro a dar la vuelta al ruedo.
Babelia
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