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Un mal genético, no hereditario

'Enfermedad genética' y 'enfermedad hereditaria' suelen significar lo mismo, pero el cáncer es una de las excepciones. El cáncer es siempre una enfermedad genética, porque su causa última son las alteraciones en los genes (las mutaciones). Pero aunque algunas de esas mutaciones se heredan -y ello explica que unas personas sean más susceptibles que otras a desarrollar cierto tumor-, la mayoría ocurren durante la vida, provocadas por el humo del tabaco, la radiación solar, algunos virus o el simple paso del tiempo.

Los genes cuyas mutaciones causan el cáncer se llaman oncogenes. Se conocen unos 120 oncogenes. Cada gen fabrica una proteína, y estos 120 genes son los que, en una situación normal, fabrican las proteínas que controlan la proliferación: los factores de crecimiento y sus receptores, los mensajeros, los activadores de la división celular, los porteros del suicidio celular. Un gen mutado fabrica una proteína defectuosa, y el sistema de control queda tocado.

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Pero una sola mutación no basta para generar un cáncer. Para que una célula se escape de control, debe tener tocados tres o más pasos. Entre una mutación y la siguiente pueden pasar años o décadas. Sin embargo, algunos individuos llevan una o dos mutaciones puestas de nacimiento, y sólo necesitan una o dos más para enfermar.

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