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Columna
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Canavaggio

He conocido a muchos hispanistas franceses y a muy pocos 'galicistas' españoles. Se diría que nosotros miramos con menos interés que ellos al otro lado de los Pirineos. La escuela de hispanistas franceses ha hecho mucho por el conocimiento de nuestra realidad. Y uno de los que más entusiasmo y entrega ha puesto en ello ha sido el cervantista Jean Canavaggio.

Su principal dedicación no le ha impedido hacer otras cosas. Por ejemplo, ha coordinado una Historia de la literatura española editada en Francia y en España. Pero sus grandes aportaciones giran en torno a la vida y obra de Cervantes. Actualmente dirige para la colección La Pleiade la traducción de sus obras completas. Es, desde hace tiempo, miembro correspondiente de la Real Academia Española y de la Hispanic Society.

Su biografía del autor de El Quijote obtuvo el Premio Goncourt del género. Se editó en 1986 y ha tenido en Francia y en España sucesivas reediciones. Es un libro fundamental para conocer al autor de El Quijote, y también para reconocer que no se sabe mucho de él, pues este biógrafo, a diferencia de otros, no ha querido inventarse nada.

En estos días, Canavaggio deja la dirección de la Casa de Velázquez. A veces oigo hablar a los madrileños de esta institución como de algo foráneo y separado de la ciudad. No es así. Se celebran allí debates y cursos sobre temas hispánicos de un altísimo interés y con una frecuencia no superada por otras entidades. Durante el mandato de Canavaggio, estos encuentros de la 'Casa', como se la llama, han tenido una especial brillantez.

Cuando hablo con él suelo llamarle don Juan, porque es uno de esos forasteros tan identificados con Madrid y con España que bien merece que se le dé el mismo tratamiento que a don Jorgito el Inglés, a don Mauricio Legendre o a don Gerardo Brenan.

Ahora que Canavaggio se va para volver a su cátedra de Nanterre es el momento de decirle, de todo corazón, en nombre de lo mejor de Madrid: 'Don Juan, ya sabe usted dónde tiene su casa'.

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