Participar votando
La UGT de Cataluña, el pasado 22 de mayo, organizó una consulta popular en la que se preguntaba por la conveniencia de convocar una huelga general contra la imposición de la reforma laboral por parte del Gobierno. A este llamamiento respondieron 385.598 personas, de las 87.464 eran afiliadas.
Esta experiencia de participación directa inédita se ha impulsado con un doble objetivo. En primer lugar, ha permitido hacer un ejercicio de pedagogía democrática explicando directamente en miles de asambleas el contenido lesivo de la reforma laboral. En segundo lugar, promover una nueva forma de protesta ciudadana en la que todos han podido participar votando en las urnas dispuestas en el trabajo, en las universidades, en las calles o a través de un innovador sistema de votación virtual por Internet.
La respuesta ha sido abrumadoramente positiva a favor del paro general, el 82,7%, pero lo realmente relevante ha sido la participación, en su cantidad y en su calidad. Los movimientos sociales históricos han sido en muchas ocasiones superados por la dinámica de una sociedad cada vez más informada y formada. En ciertos ámbitos, como la lucha por la igualdad de género, la preservación del medio ambiente o el movimiento pacifista, se han ejercido fórmulas de participación democráticas de las que muchas organizaciones sociales debiéramos aprender si no queremos convertirnos en piezas de un museo de antropología. Y una de ellas es la participación directa de los ciudadanos, o de los miembros de una organización, en la toma de decisiones de gran calado.
Una huelga general es un acontecimiento de la máxima gravedad que se convoca cuando todas las posibilidades de diálogo y concertación se han agotado, o cuando se produce una imposición que lesiona los intereses de los trabajadores y las trabajadoras, es decir, de la mayor parte de la sociedad.
La convocatoria de huelga deberían efectuarla los órganos de dirección de un sindicato, pero conocer la percepción de la sociedad sobre su conveniencia ayuda a tomar la decisión més acertada. La participación y la democracia directa no deben asustar a nadie. No quita representatividad, la fortalece; no suplanta los órganos de dirección, los legitima. Y acerca el sindicalismo a una ciudadanía que no valora la importancia que tienen para la buena marcha de la economía española, de su sistema de bienestar social y defensa de los derechos laborales. En el próximo congreso propondremos adoptar la consulta a los afiliados como una forma más de decisión en el seno del sindicato.
Josep M. Àlvarez es secretario general de UGT de Cataluña.
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