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Los conservadores fracasan en su campaña alarmista para acortar distancias con Blair

Si algo caracteriza la campaña electoral del Partido Conservador británico es el optimismo de su líder William Hague frente a la adversidad. Desde su inicio, hace dos semanas, concentra su mensaje en medidas populares como el rechazo del euro, el recorte de los impuestos y el control de la inmigración. Pero sus gritos de alarma no llegan al electorado. En vez de ganar terreno gradualmente, los conservadores amplian aún más la distancia que les separa de los laboristas en los sondeos de opinión. Hague, sin embargo, se resiste a tirar la toalla.

La campaña tory sigue sin surtir efecto en los británicos. Su popularidad se mantiene estable en torno al 30% desde el arranque de la batalla a pesar de las repetidas voces de alarma sobre un segundo mandato laborista. La formación de Tony Blair, en cambio, gana puntos hasta un máximo del 55% registrado en una encuesta publicada ayer. De traducirse en votos el próximo 7 de junio, el neolaborismo retornaría al Parlamento de Westminster con una mayoría de unos 200 escaños, superior a la alcanzada en 1997.

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Los expertos indican que nunca un partido británico se ha visto en una posición tan ventajosa a medio camino de la cita electoral. En el bando opuesto también se rompen marcas tradicionales: el 66% de los encuestados cree que los conservadores no están preparados para gobernar y sólo el 25% juzga a Hague apto para hacerse con las riendas del gobierno.

Pero ambos líderes optan en público por hacer caso omiso de las encuestas populares. 'No damos nada por sentado', dijo ayer Blair. 'Aún me quedan 12 días para que hacerle cambiar de opinión', respondió Hague a un simpatizante conservador que le negó el voto durante un debate radiofónico.

En el error de las encuestas se centra la única válvula de escape tory. En vísperas de las elecciones al Parlamento Europeo de 1999 se daba por contado la victoria laborista pero el computo de votos dio la ventaja a la oposición. Los conservadores afirman que recogen indicios similares en los contactos diarios con el electorado.

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El desnivel entre los dos principales partidos dista mucho de beneficiar a Blair. Sin aparentes sorpresas en los resultados, el simpatizante laborista podría quedarse en casa ante la anticipada mayoría. Un riesgo colateral proviene además de la epidemia de fiebre aftosa, con nuevos brotes estos días en el norte de Inglaterra, que puede impedir el retorno a Westminster de representantes laboristas de circunscripciones rurales.

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