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El portero 'parapenaltis'

Más que por su juego, Urruti se forjó un carisma por detener penas máximas

Quizá porque vivía al límite, desafiando a la adversidad con una carcajada, tan lleno de vida y despreocupado que parecía inmortal, a Urruti se le recordará siempre bajo la portería, con las piernas flexionadas, ajustándose los guantes, con una mueca sarcástica, desnudando al delantero, que se apresta a tirar el penalti como sea y cuanto antes para acabar con tanta tortura. Urruti se pasó la vida actuando frente al punto de penalti, preguntando a ver quién se atrevía a batirle, invitando a la gente a cruzar apuestas, una escena que dio para mucha épica. Puyal lo inmortalizó en Valladolid al grito de 'Urruti, t'estimo!' cuando le detuvo una pena máxima a Mágico González y le dio la Liga al Barça de Terry Venables (1984-85). Desde entonces, el carisma del portero estuvo siempre por encima de su actuación futbolística, sobresaliente incluso en los momentos más dramáticos, como la final de la Copa de Europa disputada en Sevilla, en la que de nada le valió al Barça que su portero detuviera dos penaltis en la tanda definitiva ante el Steaua (1986), igual que ocurrió con Cañizares en San Siro.

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A Urruti, que estuvo en tres Mundiales -aunque no disputó ningún partido- se le juzgó con magnanimidad, incluso con reverencia, como si su aura hubiera traspasado el vestuario y la cancha para anidar en el alma del hincha culé, necesitado de héroes. Incluso hoy se le recuerda tanto por sus gestas (una Liga, una Recopa y dos Copas, ganadas con el Barça) como por sus gestos. Urruti estuvo muy próximo a la gente, en especial a los niños, y sintonizó también con los políticos, pues militaba en Unió Democràtica de Catalunya (UDC). No extraña, en consecuencia, que ayer le recordaran distintas personalidades, asociaciones y futbolistas de todos los equipos, sobre todo de la Real Sociedad, donde se formó, y del Espanyol, en el que jugaba antes de recalar en el Camp Nou (1981-1988). 'Era un portero que jugaba conforme a su manera de ser', recordó Zubizarreta, su sustituto en el Barça. 'Era muy vital, activo, alegre. Cuando vi a Cañizares en la tanda de penaltis de Milán me acordé de Urruti, porque buscaba todas las ventajas y utilizaba los elementos psicológicos. Tenía una personalidad muy marcada, una forma especial de entender el deporte y de implicarse con el público'. Iribar, su ídolo, abundó: 'Era una persona vital, extravertida. Es el portero al que mejor he visto en el juego por bajo'. Y Alexanco, su amigo, recordó: 'Fue uno de los precursores del juego con los pies'. Ágil y decidido, al igual que popular, Urruti caló hondo entre la afición, que le llora pese a que llevaba 13 años retirado. La gent blaugrana no volverá a compartir su jovialidad, sino que deberá quedarse con el recuerdo de su desafío en el punto de penalti, siempre por encima de su juego y su estilo. Su lema era: 'Comer fuerte, beber fuerte y reirse de la muerte'.

Urruti, con la camiseta del Barça, en un entrenamiento.
Urruti, con la camiseta del Barça, en un entrenamiento.

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