Vodevil en la alcaldía de Nueva York
Una juez prohíbe a Giuliani que comparta residencia con su esposa y su novia
Una vivienda en Manhattan no es un asunto de vida o muerte; es algo mucho más serio. Nada crispa tanto un divorcio en Nueva York como la cuestión inmobiliaria, y eso es lo que ocurre en el caso de Anónimo contra Anónima. Anónimo es el alcalde, Rudy Giuliani, y Anónima es su todavía esposa, la actriz Donna Hanover.
La vivienda es algo más que un pisito, ya que se trata de Gracie Mansion, la residencia oficial y gratuita del alcalde. Ni Giuliani ni Hanover quieren irse de Gracie Mansion; Giuliani, además, solía invitar a casa a su nueva novia, Judi Nathan. Hasta ayer mismo, en que una juez prohibió a Nathan la entrada en la residencia, 'habida cuenta de que sus visitas carecen de propósito político'.
El vodevil de la alcaldía tiene fascinados, y ocasionalmente asqueados, a los neoyorquinos, y ha adquirido tales proporciones que incluso un diario tan circunspecto como The Wall Street Journal publicaba ayer, en sus páginas de opinión, un artículo sobre el caso. Rudi Giuliani nunca ha sido un tipo agradable. Fue el fiscal antimafia más célebre de Estados Unidos, ha 'pacificado' la ciudad al precio de fomentar y proteger la brutalidad policial, su capacidad para el insulto no conoce límites y disfruta acudiendo a fiestas públicas disfrazado de mujer.
Nadie espera un gramo de tacto del alcalde. Pero Giuliani se superó a sí mismo hace un año, cuando convocó a la prensa para anunciar su divorcio y su noviazgo con Judi Nathan, sin molestarse en comunicar previamente la noticia a su esposa. Ella también tiene carácter: se negó a decir que votaría a su marido en las pasadas municipales (todo el mundo está convencido de que votó a su oponente) y cuando él sopesaba la posibilidad de enfrentarse a Hillary Clinton en las elecciones al Senado, Donna aceptó un papel protagonista en la obra de teatro Los monólogos vaginales: no precisamente lo más apropiado para ganar simpatías en las zonas conservadoras del norte del Estado.
A todo esto, Giuliani, de 59 años, contrajo un cáncer de próstata. Y contrató a Raoul Felder, el abogado divorcista más bocazas de Nueva York. Ambos hechos no parecen guardar relación, pero la hay. Una de las primeras decisiones de Felder, con el beneplácito del alcalde, consistió en proclamar urbi et orbe la 'pureza' del amor entre Giuliani y Judi Nathan con el argumento irrefutable de que él es impotente. Los informes médicos de Giuliani han aparecido en todos los periódicos, y el doctor que le trata, Alex Kirschenbaum, no ha ahorrado detalles en sus explicaciones sobre la 'castración médica' que ha sufrido el alcalde a causa de la terapia contra el cáncer. 'Carece totalmente de testosterona; le es imposible experimentar deseo sexual', explicó el médico con aparente fruición.
El abogado Felder no se limitó a difundir esos detalles, que los neoyorquinos preferirían haberse ahorrado, sobre la funcionalidad genital del alcalde. En su esfuerzo por vilipendiar a Donna Hanover, reveló que obligaba a dormir al alcalde en un cuartucho bajo la escalera, lejos del cuarto de baño, pese a sus urgencias prostáticas; que le hacía limpiar los vómitos provocados por la terapia (hasta ocho al día, la precisión es gentileza de Felder), y que cada mañana, a las cinco en punto, le despertaba con el ruido de sus aparatos de gimnasia. 'Donna Hanover es una mala madre' que 'grita como una cerda' y 'es capaz de encadenarse para evitar que la saquen de Gracie Mansion', afirmó Felder en rueda de prensa.
Donna Hanover contraatacó pidiendo a la juez que lleva el divorcio que prohibiera a Judi Nathan, la novia, la entrada en Gracie Mansion. 'Es una residencia privada donde vivo con mis hijos, de 15 y 11 años', explicó. Giuliani considera, por el contrario, que la residencia tiene una función pública y que su novia puede entrar y salir cuando quiera. Durante una fiesta reciente, Judi Nathan tuvo que escapar por una puerta lateral cuando supo que Donna la buscaba con malas intenciones.
La juez ha pedido planos de Gracie Mansion para estudiar si es posible partir la vivienda en dos mitades, una accesible a la novia, la otra no. Por el momento, ha decidido mantener a la novia alejada de la casa.
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