La Real honra su sitio en Primera

A hombros de un fútbol ágil y casi siempre espectacular, la Real Sociedad resolvió ayer la duda que le ha mantenido compungido durante meses. La permanencia parece ahora tan legítima como incoherente se ha mostrado hasta hace bien poco el equipo donostiarra, absorbido por una espiral depresiva. Un asunto pasado. Reconciliado con el fútbol, lanzado por una actitud confiada, la Real se desembarazó del Málaga en tres minutos. Eso duró el equipo de Peiró, obligado ahora a revisar sus ambiciones europeas y a anotar su primera derrota en siete encuentros.

La Real acabará el campeonato divirtiéndose sobre el césped, un lugar antes transitado en tensión y sin más idea que la propia conciencia de no ser un equipo de fútbol sino un grupo temeroso de su relación con el balón. La irrupción de Xabi Alonso ha resultado decisiva, no sólo por su generosa donación de neuronas sino por el efecto estimulante que ha concedido a sus compañeros. A partir de Alonso, De Pedro ha encontrado un motivo para ilusionarse, Koklov un aliado, Tayfun una causa para bregar y Rekarte un lanzador. El resto se ha limitado a comportarse en sintonía ofreciendo su mejor versión. Y la de la Real. Los de Toshack apabullaron al Málaga de salida, sin miramientos. Capaces de aparecer por cualquier parte, los donostiarras escogieron el camino más fácil, la banda derecha, donde Rekarte, Tayfun y Koklov abrieron un boquete que desangró al Málaga. Sanz y Larrainzar, dos alfombras, animaron el tránsito despreocupado de los donostiarras. Peiró fue su cómplice, incapaz de imaginar una solución desde el banquillo. Su gesto relevante fue el ingreso de Musampa, tanto por su desparpajo a la hora de ensayar tiros lejanos como por su trabajo en defensa. A base de carreras tapó el costado derecho y, de paso, la alegría ofensiva de la Real, que ya observaba una renta de tres goles.