Se vende
Observatorio de la publicidad.Anuncio radiofónico de un centro privado de estudios a distancia (en el que, entre otras materias, enseñan lo mucho que se liga tocando la guitarra). Para promocionar una profesión con futuro aún más rutilante que el ya esplendoroso presente del que goza, se escenifica el siguiente diálogo:
Maestra: Víctor... ¿quiénes son esos señores?
Alumno (pequeño): Promotores inmobiliarios...
M: ¿Y qué hacen aquí?
A: ¡Les he vendido el colegio!
30 años atrás derribaron la que fuera mi escuálida escuela 'nacional' para levantar pisos. Lo mismo ocurrió con los centros religiosos, antaño beneficiarios de donaciones de terrenos luego traspasados a precios de oro en operaciones que hubiéramos calificado de especulativas de no haber mediado la voluntad del Señor. Poco importó que el cogollo de las ciudades y los barrios tradicionales perdieran parte de su fisonomía y de su entramado social, que los chiquillos tuvieran que desplazarse a las afueras, que nos quedáramos sin patios ni parques...
Ahora venden cuando 'externalizan' producciones televisivas de los canales públicos y Radio Nou monta paraeta en la feria de los mercaderes. Ofrecen al mejor postor partidos de fútbol, sucesos y hasta informativos. Enajenan la prestación de servicios sanitarios o la construcción de institutos y al final lo que importa es la obra por la obra (o por la Obra), tanto da si destinada a trasvases o parques temáticos. Hay un programa común: les une el cemento, dónde se ubica, y quién fabrica el material que lo recubre. Da igual qué contenga y al servicio de quien. Se tasan votos y escaños, artículos, dictámenes y sentencias, y hay discursos políticos (que cuelan a menudo) basados en un pasmoso descaro para vender agujeros de colador: ciertos argumentos del 'todo va bien' merecerían ser declarados Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.Así, tras enajenar la hierba que teníamos bajo los pies, le ponen precio y la vuelven a ofrecer. Y para pisos quizá no nos alcance, pero como dice Ignacio Ramonet, hay que ver lo bien que nos venden la moto.
-Niño, ¿quiénes son esos señores?
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