Bush apuesta por las centrales nucleares y por primar a las grandes empresas pretroleras
El presidente presenta un plan de emergencia que aparca las consideraciones medioambientales
Estados Unidos se enfrenta a 'la escasez de energía más grave desde los embargos petroleros de los años setenta', dijo Bush en Saint Paul (Minnesota), una ciudad elegida para presentar el trascendental plan energético por su tradición minera y republicana. El presidente se desentendió de los apagones que afectan a California y, dentro de unas semanas, a Nueva York, Connecticut y New Hampshire; se limitó a utilizar esos ejemplos para hablar de la falta de inversiones en las dos últimas décadas y de la necesidad de relajar, en nombre de la producción, las leyes sobre emisiones contaminantes y sobre protección de la naturaleza.
Bush pedirá al Congreso que la reserva natural de Alaska se abra a las prospecciones petrolíferas ('podemos obtener de ese suelo la misma cantidad de crudo que ahora le compramos a Sadam Husein ', dijo, 'sin dañar la fauna y la flora'), y que las normas sobre la composición de las gasolinas, impuestas para limitar la contaminación, se hagan menos estrictas.
'Este plan es el sueño de las compañías petroleras hecho realidad', comentó la senadora demócrata Dianne Feistein. El presidente del comité nacional del Partido Demócrata, Terry McAuliffe, auguró 'debates muy duros' en Washington y recordó que la Administración de George W. Bush está 'repleta de gente de la industria del petróleo'. Tanto el presidente como el vicepresidente, Dick Cheney, director del equipo que ha elaborado el plan energético, eran ejecutivos petroleros, y las compañías del sector figuraron entre los principales contribuyentes a la campaña presidencialrepublicana.
Bush indignó a sus aliados europeos al negarse a firmar el Protocolo de Kioto sobre reducción de emisiones contaminantes. Sus ideas para reducir el efecto invernadero y frenar el cambio climático parecen pasar, según su plan, por un relanzamiento de la energía nuclear. El inquilino de la Casa Blanca recordó que una quinta parte de la energía que se produce en Estados Unidos es de origen nuclear, 'frente al 80% en un país como Francia'.
El accidente de la central nuclear de Three Mile Island (Pennsylvania) en 1979, que estuvo a punto de causar un desastre similar al de Chernobyl, despertó una enorme desconfianza hacia ese tipo de unidades de producción y puso fin a la construcción de reactores de ese tipo en el país. Esa implícita moratoria nuclear quedó anulada ayer por el nuevo presidente del país más poderoso del mundo.
Bush desea favorecer la construcción de nuevas centrales nucleares, 'seguras y limpias', en sus palabras, reduciendo los impuestos sobre ellas y, sobre todo, eliminando la 'responsabilidad legal ilimitada' a que hasta ahora debían hacer frente sus propietarios en caso de accidente.
En la actualidad EE UU cuenta con 65 plantas nucleares con 103 reactores (algunas centrales tienen dos o más grupos nucleares). En el plan energético se estima que el país necesita al menos 1.300 nuevas centrales de producción eléctrica en los próximos 20 años, lo que supone inaugurar cinco cada mes. La gran mayoría serán de carbón (ahora ya suponen más del 50% del total), y Bush propone subvenciones fiscales por un total de 2.000 millones de dólares en una década para que la industria del carbón busque fórmulas para una combustión más limpia. El resto serán nucleares, de gas e hidráulicas.
Las energías alternativas y el ahorro energético (plasmado sobre todo en una subvención fiscal de hasta 4.000 millones de dólares a la industria automovilística para la producción de automóviles híbridos semieléctricos) constituyen apartados secundarios dentro del plan.
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