Liberarse de la tensión
Hoy, como en todas las finales, se juegan dos partidos. Uno, en el césped, el trascendental, en el que sólo valen los argumentos futbolísticos. Otro, alrededor: el color, las gradas, los periodistas, el peso de la historia... Todo suma, o resta, en el rendimiento de los equipos. El Alavés siempre ha combatido con naturalidad el revuelo exterior. En Dortmund está siguiendo las mismas pautas. La fórmula de Mané es sencilla: 'Nuestra idea es liberarnos de cualquier tensión que no sea buena para el fútbol. Otra cosa es que lo consigamos, porque no es fácil aislarse. A mis jugadores les pido que jueguen un partido, no otra cosa'.
Con estas premisas, lo ideal es no cambiar la rutina. Si en anteriores encuentros han viajado los familiares, ¿por qué no ahora? Así que ahí va un autobús de abuelos, padres, hijos, novias, amigos... ¿Por qué modificar el aspecto exterior? 'Si hemos llegado hasta aquí sin vestir un traje oficial', dice Jordi Cruyff, 'no vamos a comprar uno a estas alturas'.
La forma de jugar tampoco debería cambiar. El Alavés ha maravillado a Europa con un juego alegre y eficaz: 31 goles, 17 fuera de Vitoria. ¿Por qué variarlo? Claro que se trata de una final europea y, según han visto por televisión o les han contado -ninguno ha vivido una desde dentro-, sus precauciones deben ser mayores. Con esa idea jugarán los de Mané. Con la intención de blindarse más; sobre todo, por el rival. El Alavés espera verse con un Liverpool atrincherado, pendiente del robo del balón y la jugada relámpago con Owen como finalizador.
'No sólo hemos de estar pendientes de él', explica Karmona; 'hay que controlar su presión y los balones que le lanzan'. Para el capitán,que ha jugado en todas las categorías y no debutó en Primera hasta los 30 años, es una cita crucial: 'Nadie esperaba verme aquí y... Espero llevar el trofeo a Euskadi, el primer título para el fútbol vasco'.
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