Gloria a una 'Aida' de papel

Gloria a Aida y a la tradición. El público del Liceo, emulando al pueblo de Tebas en su recibimiento al triunfador guerrero Radamés en la célebre marcha triunfal, bendijo ayer con largos aplausos y sonoros bravos el retorno de la más famosa ópera de Verdi al Liceo, 14 años después de su última representación.

Aplaudió asimismo el regreso de la más pura tradición escenográfica al escenario del teatro con la recuperación de los históricos decorados de papel pintado que Josep Mestres Cabanes (1898-1990) creó en 1945 para Aida. Los cerrados aplausos al final del primer acto ya fueron claro indicio de cómo transcurriría la velada. El entusiasmo fue en aumento y en la segunda escena del segundo acto, con el inicio de la marcha triunfal, el público no pudo reprimir los aplausos. La sensación de placidez y de satisfacción se reflejaba en las caras de la mayoría de los espectadores a lo largo de toda la representación. '¡Qué bonito es todo! Es que ya no se hacen escenografías como éstas', comentaba una señora en el anfiteatro del Liceo mientras explicaba a sus acompañantes sus recuerdos de épocas pasadas en el coliseo de La Rambla.

Y es que ayer en el Liceo, renacido de sus cenizas cual ave Fénix con el mismo aspecto que tenía antes del incendio, parecía que se había hecho realidad la máxima lampedusiana de que las cosas deben cambiar para que todo permanezca igual.

Los más veteranos recordaban el triunfo del estreno, el 18 de diciembre de 1945, de la producción de Aida que ayer el Liceo reponía con honores de estreno.

Restaurados durante un año por el escenográfo Jordi Castells, los telones pintados de Mestres Cabanes lucían ayer su primigenio colorido y esplendor. Pensados para el viejo escenario del Liceo y para una época en la que el número de coristas y figurantes que actualmente se utilizan en las representaciones de Aida eran una tercera parte, los telones pintados dejan ahora escaso espacio para las multitudes y obligan a los cantantes a permanecer siempre en la boca del escenario.

La dirección artística del Liceo decidió en este homenaje a Mestres Cabanes mostrar claramente al público su maestría en el arte de la perspectiva. Los cambios de cuadro en cada acto se hicieron siempre a la vista del público y con un efecto de luz al levantar los telones que mostraba, por ejemplo, que un majestuoso y amplio interior del palacio del rey no era más que un simple y plano telón de papel pintado, lo que engrandeció más la habilidad del desaparecido escenógrafo catalán para engañar de forma magistral al ojo del espectador.

Con motivo de la recuperación de esta histórica escenografía, el público pudo admirar durante los entreactos la exposición que se muestra en el foyer del Liceo, formada por un conjunto de teatrines de antiguas escenografías de óperas de Verdi conservadas en el museo del Institut del Teatre de Barcelona.

Y para ambientar mejor a los espectadores en el Antiguo Egipto, en el que transcurre la ópera, en el Salón de los Espejos se podrá contemplar durante los días de representación de la obra una escultura auténtica de Ramsés II del siglo XII antes de Cristo cedida por el Museo Egipcio de Barcelona.