Las encuestas de la confusión
Incertidumbre y nerviosismo desusados marcan el último día de campaña
Confusión es, probablemente, la palabra que mejor define la campaña electoral vasca que termina hoy, viernes. En primer lugar, porque una lectura atenta de la totalidad de los sondeos publicados, incluido el del CIS, demuestra que las estimaciones electorales para el día 13 se han realizado teniendo casi más en cuenta los resultados y los sondeos anteriores que los datos obtenidos en estos días.
Los técnicos afirman que la ocultación de voto ha sido tan grande, e incluso ha habido un rechazo tan enorme a la hora de lograr la muestra estadística necesaria, que nadie confía en conocer siquiera las tendencias reales de voto.
El resultado de tanta incertidumbre es un gran nerviosismo y modales bruscos, que se aprecian en los cuarteles electorales de todos los partidos. La inquietud está todavía más justificada si se tiene en cuenta que en Euskadi algunos escaños se suelen adjudicar por diferencias de menos de 100 votos, y que lo único seguro es que va a haber una participación extraordinaria.
En el haber del PP y del PSE, pero sobre todo en el de los socialistas, se contabiliza, precisamente, el mayor esfuerzo para lograr la máxima movilización de los votantes. En el caso del PSE, ese era, además, uno de sus principales problemas al empezar la campaña.
Las elecciones del día 13 son percibidas por los propios electores vascos como unos comicios especialmente importantes, pero la verdad es que no se puede decir lo mismo de la campaña de 15 días que las ha precedido. Es posible que lo único realmente importante para lo que hayan servido haya sido para convencer al máximo número posible de electores de que debía acudir a las urnas para expresar, sin temor y con garantías, su opinión sobre el rumbo político que debe seguir el País Vasco en el futuro y sobre lo que ha venido ocurriendo en los últimos tiempos.
Los intentos de movilización han corrido básicamente por cuenta del PP y del PSE y, también, de la plataforma cívica ¡Basta Ya!, que ayer mismo pidió a los ayuntamientos que leyeran un manifiesto animando a la participación: "Ahora no se trata sólo de cambiar o confirmar a nuestros representantes, ni de promocionar a este o aquel partido politico, sino de establecer firmemente las instituciones democráticas capaces de erradicar la brutalidad criminal".
La campaña del PP y de su candidato, Jaime Mayor, se ha basado en una imagen de firmeza en defensa del Estatuto y de las instituciones. Nicolás Redondo, y los dirigentes socialistas llegados de Madrid, han intentado, por su parte, combinar esa misma línea de defensa democrática con una imagen de intermediación y mano tendida al nacionalismo moderado.
El principal objetivo del PSE no ha sido, sin embargo, explicar su línea política, bastante conocida en el País Vasco, sino lograr la movilización de los electores socialistas que hasta ahora se han mostrado mucho más interesados en la oposición derecha-izquierda que en la confrontación nacionalismo-no nacionalismo. Del éxito de esta operación puede depender un puñado pequeño, pero casi decisivo, de escaños. Por eso, los últimos esfuerzos se realizarán hoy en Vizcaya, en las áreas de socialismo más antiguo y tradicional.
La campaña del PNV, por su parte, arrancó aprovechando la extraordinaria irritación que provocó en muchos ciudadanos la zafia parcialidad de los medios de comunicación controlados por el Gobierno de Aznar y los intentos de equiparar nacionalismo vasco y terrorismo. Los sucesivos mensajes del candidato Juan José Ibarretxe y del presidente del partido, Xabier Arzalluz, sobre la posibilidad de aceptar o no los votos de EH en una eventual sesión de investidura, distrajeron sin embargo durante algunos días ese foco e introdujeron confusión (intencionada o no) en el mensaje peneuvista.
La coalición del PNV con EA ha hecho que en esta campaña la formación de Garaicoetxea haya prácticamente desaparecido, lo que es un espejismo, porque volverá a reaparecer el 13, a la noche, cuando haya que comprobar qué partido ha obtenido individualmente más escaños y el PNV se vea obligado a descontar los que proceden de su aliado. Los escaños de Eusko Alkartasuna volverán también a adquirir importancia si el PNV intenta negociar con los socialistas, una opción a la que EA se opone radicalmente.
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