_
_
_
_

Los amigos del podólogo creen que cometió el doble asesinato en un momento de enajenación mental

Adalberto Gutiérrez Núñez fue enterrado ayer en la intimidad en el cementerio Sur de Madrid

Los amigos de Adalberto Gutiérrez Núñez, que ayer fue enterrado en la intimidad, están convencidos de que asesinó a su socia, María Antonia Cuesta Pelaz, y al novio de ésta, Fernando Calvo Villa, en un momento de enajenación, 'por lo que, al darse cuenta de lo que había hecho, decidió poner fin a su vida', aseguraron.

Los restos del dueño de la consulta de podología de la calle Camino Viejo de Leganés, 82, donde se produjo el crimen en la tarde del sábado, fueron inhumados a la una y media de la tarde de ayer en el cementerio Sur. Sin velatorio ni responso alguno, al acto tan sólo acudieron una docena de personas, entre familiares y amigos, músicos como él.

'Todos entendemos el sufrimiento que ha causado y que no tiene justificación de ningún tipo, pero Puni, como le conocíamos todos, no era violento', explicó Ricardo León, que esporádicamente lo acompañaba en algunas actuaciones del grupo Venus, dirigido por Adalberto. 'La última vez que tocamos juntos fue durante la fiesta de fin de año en Tarancón (Cuenca), contratados por el Ayuntamiento. El día anterior, Carmen, su mujer, se había ido a Uruguay y no le notamos nada extraño. Sí, a veces se cabreaba, pero como todos', añadió.

Los amigos creían que Carmen se había ido a cuidar a su madre enferma. Ahora han sabido que había problemas de pareja. 'Habían decidido separarse, pero de malos tratos, nada de nada. De ser así, los amigos lo sabríamos. Precisamente dos días antes de irse a Uruguay yo hablé con ella y no me dijo nada extraño', recordaba León.

Sin embargo, a Adalberto sí le afectó la separación de su mujer, con la que había compartido casi toda su vida y con la que no tenía hijos. Según aquellos vecinos que lo veían a diario, el hombre se transformó en una persona poco comunicativa.

'¡Si nos hubiera llamado...!', se lamentaban ayer sus amigos, para quienes 'la soledad le debió de producir una gran depresión, a la que se sumaron las reivindicaciones de su socia, que quería instalarse por su cuenta a 50 metros'. 'Fue un compás muy malo', concluyeron, 'pero, de verdad, en una vida de buenos compases'.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_