Un oasis sumergido
Un biólogo gandiense publica un estudio sobre la riqueza subacuática en la costa de La Safor
Fuera del alcance de los turistas, a poco más de un kilómetro de distancia de la primera línea del mar, la costa de Gandia alberga un pequeño oasis marino. Restos de la playa fósil, del periodo glacial, que desvela los orígenes del litoral actual, y una barrera de formaciones rocosas calcarias en medio de un desierto de arena, sumergidas a unos 12 metros de profundidad, cuya riqueza en fauna y flora poco tiene que envidiar a las costas de Dénia y Javea, que hacen las delicias de aficionados al submarinismo. Las peculiaridades de este singular entorno han sido desentrañadas por el biólogo gandiense Lluís Nieto, en un trabajo de investigación que el Centre d'Estudis i Investigacions Comarcals (CEIC) Alfons el Vell acaba de publicar con el título El medi subaquàtic a La Safor.
El libro es resultado de cuatro años de trabajo, dos de ellos de campo, soportando las inclemencias meteorológicas, las frías aguas del Mediterráneo en el mes de febrero, 'la mejor época para realizar inmersiones' dice el biólogo, y con una zodiac semirígida como embarcación base de las expediciones. Nieto había obtenido la beca que anualmente convoca el CEIC Alfons el Vell para premiar estudios o tesis relacionadas con el medio ambiente de La Safor y ayudar a su difusión. El biólogo, especialista en Zoología del Mediterráneo y experto buceador científico, seleccionó siete kilómetros de litoral, desde la desembocadura del río Xeraco a Els Marenys de Rafalcaïd en Gandia. Estudió las particularidades de esta franja marítima, sus orígenes, los parámetros climáticos que explican su ecosistema, y las comunidades orgánicas que la pueblan, comunes en la línea costera que discurre desde el Deltebre al Cap de la Nau. El libro incluye asimismo una relación fotográfica y descriptiva de las principales especies de fauna y flora de la zona, propias del Mediterráneo.
Como curiosidad, Nieto ha recuperado una carta náutica histórica elaborada por pescadores de la zona, que utilizaban como referencias puntos terrestres e inventaban un lenguaje propio, que describía la topografía de la costa según sus impresiones visuales. El documento detalla con gran precisión las profundidades en brazas de la costa entre Cullera y Dénia, zonas rocosas sepultadas hoy bajo sedimentos y hasta un antiguo barco hundido.
Pero en el trabajo el biólogo abre también un apartado a la reflexión sobre los impactos ambientales que han ido deteriorando el litoral de La Safor, la mayoría por la acción humana. El biólogo advierte de las repercusiones de la regeneración de las playas, como las efectuadas en Oliva, Bellreguard o Daimús, 'una medida muy puntual, costosa y que no es una solución a largo plazo ya que su efecto acaba revertiendo', asegura. Respecto a la playa sur de Gandia, Nieto asegura: 'Tenemos la suerte de que el medio marino tiene una capacidad de depuración espectacular'. Si no sería imposible que asumiera los contaminantes y excesos de nutrientes que se escapan a la acción de la depuradora. El biólogo cuestiona asimismo las 'barreras artificiales' creadas por el hombre, como el puerto 'que interrumpe las corrientes marinas que repartían, de forma natural, los sedimentos por el litoral de La Safor'. Y advierte de las posibles consecuencias de las obras de rehabilitación de la fachada marítima gandiense. Un proyecto que, según el biólogo cae de nuevo en el error de 'mantener la excesiva geometría' de la playa gandiense. El aparcamiento subterráneo en construcción, 'se encuentra por debajo del nivel freático y es un muro de contención que impedirá la interfase natural entre el agua salada y el agua dulce' procedente de la lluvia. La solución hubiera sido para el biólogo la búsqueda de una integración de la playa con dunas, 'que recuperaran el ecosistema originario'. 'Las repercusiones a largo plazo de esta obra pueden ser muy graves', advierte Nieto.

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