Caramba con los ingleses
El otro día, un cliente mío necesitaba trasladar su perro al Reino Unido; yo sabía que existía desde el año pasado la posibilidad de hacerlo (antes, la única opción era someter al animal a un periodo de cuarentena de seis meses), acogiéndose al llamado Pettravel Scheme (PETS); prometí enterarme de los requisitos necesarios; éstos consistían en: el perro debía estar correctamente identificado con microchip, debía tener puesta la vacuna antirrábica, debía tomarse una muestra de su sangre 30 días después de la vacunación y enviar ésta a un laboratorio reconocido por el PETS (el único en España está en Granada). Entonces se le daría, si no había anticuerpos contra la rabia, el certificado PETS, que sería válido seis meses después de la toma de sangre. Además, necesitaría un certificado de tratamiento antiparasitario 24-48 horas antes del viaje. Y sólo podrá viajar por determinadas empresas autorizadas y determinadas rutas. Desde España, y salvo error, sólo desde Madrid y Palma de Mallorca.
Visto esto, uno se hace algunas reflexiones: teniendo en cuenta que la península Ibérica está exenta desde hace años de la rabia, ¿por qué se exigen desde un país comunitario tales medidas? y ¿por qué se admiten desde nuestro país esas medidas? Nosotros no tenemos en nuestra Península rabia, al igual que ellos, y si sus normas son 'razonables' y bien vistas por las autoridades españolas, ¿por qué no se imponen aquí medidas similares para la entrada de perros provenientes del exterior? Supongo que mi cliente tendrá que cambiar su residencia y dejar a su querido perro al cuidado de familiares (al menos durante algo más de seis meses). Así las cosas, uno no puede dejar de esbozar una sonrisa cuando los 'culpables de ello' son los mismos que han introducido en el continente la encefalopatía espongiforme y la fiebre aftosa. Caramba, caramba con los ingleses.-
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