La presencia
ETA es un pesado factor en la política vasca. De hecho, ha sido la instancia desencadenante del adelanto electoral. Ya sea porque mata o porque se toma un descanso, su presencia resulta omnipresente y condiciona casi todo. Es algo así como un fenómeno meteorológico, incontrolable, pero de naturaleza más cruel y menos ciega. Aunque la organización terrorista mantenga 'todos sus frentes abiertos', no resulta lo mismo una campaña con un asesinato que sin él. Por eso todos los partidos otean el horizonte en busca de signos y cruzan los dedos hasta el 13-M.
ETA marcó con sangre el tramo final de la precampaña al asesinar al concejal socialista de Lasarte Froilán Elespe. Fue el 20 de marzo. Desde entonces, exceptuando el artefacto colocado el 21 de abril junto a la casa de dos concejales del PP en Hondarribia, no se ha registrado un atentado de envergadura. A ETA no le interesan sustancialmente los votos. Los desprecia, en realidad. Por eso no respeta la voluntad verificable de los vascos y tiró por la fregadera, al volver a las andadas, los 224.001 papeletas cosechadas por EH en los comicios autonómicos 1998. Aquellas elecciones con tregua demostraron empíricamente que la violencia y las urnas se repelen, o la relación inversa: a menos tiros, más votos.
A diez jornadas de las votaciones, algunos augures (hablar de análisis en este asunto es impostura) pronostican que ETA puede abstenerse de matar en el País Vasco hasta 13-M. No por súbita iluminación, ni por hacer un favor al PNV-EA, sino para no arruinar sus posibilidades de interferencia política para el día después. Según este razonamiento, la organización no puede arriesgarse a que EH pierda más voto desencantado del que vaticinan los sondeos y que sus resultados se hundan por debajo del nivel de alarma (9-10 escaños). Su estrategia para hegemonizar al nacionalismo reclama, en el frente político, que los escaños de EH sean los suficientes y los decisivos para otorgarle el poder al PNV, o para castigarlo enviándolo a la oposición si no se doblega a sus designios.
Sin embargo, lanzar previsiones en esta materia siempre es aventurado. Sobre todo si se hace en clave racional.
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