Barcelona suprime en cuatro años 2.347 aparcamientos reservados en la calle
El Ayuntamiento elimina las plazas destinadas al área de Circulación
La ciudad no es para el coche. En la batalla entre el hombre y la máquina, el Ayuntamiento de Barcelona ha optado por el primero, aunque reconoce que se trata de una política impopular. Pese a ello, en los últimos cuatro años, el área de Circulación y Vía Pública ha eliminado 2.347 plazas de aparcamiento que ocupaban la calzada. Y sigue buscando suprimir más. Para dar ejemplo, hace unas semanas que ha decidido prescindir de las seis plazas reservadas para la propia área, situada en la calle de Duran i Bas, en pleno casco antiguo. Le tienen que seguir, para lograr el efecto ejemplarizante, las reservadas para centros oficiales. No todas, pero bastantes.
Barcelona tiene casi 700 plazas de aparcamiento para coches oficiales. Lo más sorprendente es que ni por asomo hay tantos vehículos públicos. Y Barcelona ha decidido aplicar una política de racionalidad y reducir al máximo estos espacios reservados muchas veces sin justificación y sólo por motivos históricos.
Un ejemplo: los cónsules honorarios. La inmensa mayoría tienen el consulado en su local profesional. No necesitan reservar espacio público para un coche que sólo cumple funciones particulares. Pero cada consulado es un mundo y hay que ver si en el país correspondiente los cónsules españoles tienen reciprocidad en el aparcamiento. En caso contrario, un cónsul español en Papúa y Nueva Guinea, por poner un ejemplo, podría perder una plaza de aparcamiento. ¿Grave? habrá que verlo. Lo mismo pasa con los colegios profesionales. Es difícil encontrar razones por las que la ciudad deba garantizarles aparcamientos en detrimento del conjunto de los ciudadanos.
Vías básicas
De momento, cada vez que un consulado se traslada, el Ayuntamiento le reduce el número de plazas. Pero, además, ha empezado a mirar si realmente son necesarias porque, sin ir más lejos, en el paseo de Gràcia, con abundantes plazas de aparcamiento disponible, no parece razonable restringir el espacio público.
La idea es eliminar las plazas de aparcamiento de las vías básicas de circulación. Ése es el motivo por el que han desaparecido plazas reservadas en el lateral de montaña de Gran Via, entre Balmes y Rambla de Catalunya. Es el mismo caso de la Via Laietana, entre Fontanella y Jonqueres. Hay 17 metros de calzada reservados para motos. Un total de 45 metros más para nueve plazas de la Generalitat, donde con frecuencia hay vehículos sin distintivo oficial. Una plaza para un minusválido. Cuatro plazas para el Tribunal Superior de Justicia y 10 para el Cuerpo Nacional de Policía. Algunas de estas plazas están llamadas a desaparecer cuando esté construido un nuevo aparcamiento con las obras ya en marcha.
El suelo público es un bien escaso y hay que distribuirlo entre los ciudadanos. Lo lógico es que se restrinja al máximo el uso del coche particular, incluso el oficial, y se fomente el uso del transporte público, explican los responsables del área de Vía Pública. Suprimir plazas de aparcamiento público sirve de ejemplo, porque no se puede pedir al ciudadano que haga algo que sus gobernantes rechazan de plano.
Los responsables de Circulación celebran la supresión, aunque sea momentáneamente y por obras, del aparcamiento en la plaza de Sant Miquel y no descartan prolongar la restricción de aparcar porque de día había, sobre todo, coches de funcionarios y el ejemplo era nefasto.
Esta política no puede ser realizada sin otra complementaria: la construcción de plazas de aparcamiento. El saldo final es favorable al coche. En cuatro años tras haber suprimido 2.347 aparcamientos en la calzada, Barcelona dispone de 7.337 plazas más que en 1997. Eso sí, plazas situadas fuera de la calzada.
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