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Los grandes de la lírica se vuelcan en la celebración de los 40 años de carrera de Pavarotti

Carreras, Renata Scotto, Gheorghiu y Alagna acompañaron al cantante en Módena

El tenor italiano más internacional de la historia de la lírica, Luciano Pavarotti, celebró el domingo sus 40 años de carrera con un concierto atípico por la desmesurada duración (casi cuatro horas) y la modestia del escenario elegido: el pequeño teatro municipal de Módena. La ciudad de la Emilia (en el centro norte de Italia) donde nació big Luciano, como le denomina la prensa italiana, hace 66 años, se volcó en la organización de un festejo que contó con la participación de 16 artistas líricos, entre ellos José Carreras, la veterana prima donna Renata Scotto y la pareja de moda en la escena operística actual: la rumana Angela Gheorghiu y el tenor italiano-francés Roberto Alagna.

Faltó Plácido Domingo, ausente por problemas de salud, y fue imposible despedir la velada con el broche de oro de Los Tres Tenores, como constaba en el programa homenaje distribuido a los 800 espectadores de la gala. Después de todo, el trío ha sido esencial en la última fase de la carrera de Pavarotti, y en las de Carreras y Domingo, al menos en términos de popularidad y rentabilidad económica. Los conciertos de 1990 en las Termas de Caracalla, en Roma; de 1994, en el Dodger Stadium de Los Ángeles, y de París, en 1998, en todos los casos coincidiendo con eventos futbolísticos, consagraron una fórmula de lírica light que ha provocado disgusto entre los puristas de la ópera, pero que ha llenado estadios con centenares de miles de personas.

A falta de Los Tres Tenores, fue el brindis de La traviata, cantado conjuntamente por todos los intérpretes, el tema que cerró la velada al filo de la medianoche. Para entonces, los modeneses que llenaban el teatro (todas las autoridades y los empresarios locales más destacados y un puñado de famosos extranjeros como el director de cine Franco Zeffirelli) ya se habían dado cuenta de que el programa distribuido entre los asistentes no tenía pretensión alguna de rigor informativo. Prácticamente nada, sobre todo en la primera parte del concierto, se desarrolló como estaba programado. El orden de los cantantes fue alterado y hasta algunas piezas cambiaron, nadie sabe si con la secreta intención de despistar a los espectadores o de darle más emoción a una velada ya de por sí emotiva.

En el repertorio elegido abundaban temas complejos de Macbeth, Ernani, Il trovatore, Aida, de Verdi, y de Madame Butterfly, Tosca y La bohème, de Puccini, con la que debutó precisamente Pavarotti el 29 de abril de 1961. Hubo sólo un puñado de canciones populares, a cargo de José Carreras (Core ingrato y Vurria), y de la veterana Renata Scotto, cuya interpretación de Over the rainbow, de Harold Arlen, causó cierta hilaridad entre los periodistas anglosajones.

A pleno pulmón

Pavarotti se prodigó poco, pero a pleno pulmón. Interpretó, junto a Roberto Servile, la Gheorghiu y la soprano italiana Carmela Remigio, 'Dunque è proprio finita', de La bohème, provocando el delirio en la platea y en los palcos diminutos, desbordantes de espectadores. El tenor cantó un tema de Aida acompañado por Fiorenza Cedolins, espléndida de voz, pero vestida como la esposa de un ex dirigente comunista, y el famosísimo 'Mario!... son qui!', de Tosca, junto a la exquisita soprano Carol Vaness.

Pero fue Gheorghiu la reina del escenario, o al menos como tal se comportó. Vestida con traje azul con miriñaque que parecía salido del vestuario de Violeta, el papel que la ha consagrado en el escenario, fue la primera en intervenir para cantar junto a su marido, Roberto Alagna, 'Bimba dagli occhi pieni di malia', de Madame Butterfly. Más tarde tendría ocasión de lucirse en solitario cantando 'Ebben?...ne andrò lontano', de La Wally, de Alfredo Catalani. La orquesta que la acompañaba sufrió en esta pieza un ligero despiste que enfureció a Gheorghiu, obligándola a reiniciar el tema. El público la premió con una ovación cerrada, y su marido, con un beso furtivo al cruzarse con ella en el escenario.

Hubo mucha más música, y muchos más intérpretes. Algunos, veteranos como Ruggiero Raimondi, que ofreció con la Scotto una deliciosa versión de 'La ci darem la mano', del Don Giovanni de Mozart, y en solitario, una genial interpretación de 'Medaglie incomparabile', del Viaje a Reims, de Rossini. O las veteranas Aprile Millo y Dolora Zajik, que tuvieron una brillante intervención. Otros jovencísimos, como Carmela Remigio o Marco Vratogna, y voces de enorme belleza como la de Elena Zaremba, que deleitó al público con la 'Habanera' de la Carmen de Bizet.

En primera fila aplaudieron un puñado de incondicionales: la segunda compañera de Pavarotti, Nicoletta Mantovani, convertida últimamente en benefactora de los niños afganos, y el padre del tenor, que a los 89 años sigue cantando en bodas y celebraciones familiares. Módena abrió luego las puertas de la bellísima Academia Militar para ofrecer un banquete a su hijo más ilustre. Para entonces era ya madrugada.

Luciano Pavarotti canta con José Carreras en la despedida del concierto en el teatro de Módena.
Luciano Pavarotti canta con José Carreras en la despedida del concierto en el teatro de Módena.REUTERS
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