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Crónica:32ª jornada de Liga | FÚTBOL
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Barça de Rexach empata (1-1) con el Celta

Los azulgrana, tras una rectificación táctica de Rexach, únicamente lograron el empate ante un Celta muy batallador

Ramon Besa

Apremiado por la necesidad de ganar, el Barcelona se quedó clavado en un empate ante el Celta que le deja en muy mal lugar, descolocado en la Liga, víctima sobre todo de su pasado, por mucho que el resultado de anoche sea insuficiente, poco acorde con el esfuerzo del equipo. Más que bien jugado, el partido fue peleado con todas las de la ley, aunque estuvo mal medido por el colegiado, cuya actuación desquició por igual a los que jugaban y a los que se lo miraban, tanto que la contienda acabó con una tangana propia de un torneo veraniego. El intervencionismo desmesurado del árbitro ensució y solapó un partido que tuvo tres actos. El primero correspondió al Celta, el segundo lo protagonizó el Barça y el último fue anónimo, por no decir que se lo repartieron entre todos, incapaces unos y otros de doblegar al adversario o al colegiado. El discurrir del encuentro estuvo en consonancia con el quehacer de Rexach, un técnico que más que planificar sabe actuar sobre la marcha, leer los partidos y corregirlos. El de ayer acabó tan desbocado que superó al propio Charly.

BARCELONA 1| CELTA 1

Barcelona: Dutruel; Puyol, Frank de Boer, Reiziger, Zenden (Petit, m.71); Gabri, Guardiola, Luis Enrique (Dani, m.81), Cocu; Overmars y Rivaldo. Celta: Cavallero; Velasco (Yago, m.80), Cáceres, Djorovic (Giovanella, m.66), Juanfran; Berizzo; Vagner, Mostovoi, Edu, Gustavo López; y Catanha (Jesuli, m.61). Goles: 0-1. M.4. Gustavo López asiste desde la banda derecha a Mostovoi que, viniendo desde atrás y al primer toque, lanza un chut ajustadísimo al palo derecho que acaba en la red. 1-1. M.28. Guardiola saca un córner, Frank de Boer cabecea hacia atrás y Gabri, desfde fuera del área, empalma el balón y bate a Cavallero de un potente chut. Árbitro: Rodríguez Santiago, del colegio castellano-leonés. Amonestó a Cocu, Guardiola, Berizzo, Edu, Gabri, Jesuli, Puyol y Juanfran. Unos 40.000 espectadores en el Camp Nou.

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El Barcelona le regaló la primera media hora al Celta. El cambio de entrenador no había afectado para nada al equipo azulgrana, que seguía acobardado, tieso, clavado en la cancha, seco de fútbol, pese al optimismo y buen humor que contagia Rexach, en consonancia con la austeridad que desprende Serra Ferrer. Espantado por el desequilibrio del equipo, roto por la mitad a cada partido, a Charly le dio en su debut un ataque de pánico, o vete a saber qué, y plantó el futbolín: una alineación convencional, timorata, con jugadores desubicados, que dejó el Camp Nou a oscuras. Nadie encontraba el sitio. Desde el entrenador al extremo izquierdo, pasando por el compañero de asiento, no había personajes reconocibles en un Barça que comenzaba por el reaparecido Dutruel en la meta y acababa con Rivaldo como extremo derecho.

Pese a defender con cuatro, los azulgrana tomaron un gol nada más empezar, en el primer remate del Celta, un precioso y ajustado disparo de Mostovoi a la cruceta izquierda. El Barcelona pasó un mal rato. Por más vueltas que le daba no encontraba el hilo para suerte del Celta, muy cómodo, con Berizzo como limpiaparabrisas de la zaga, siempre jugando con ventaja, dos contra uno, matando el partido. Al Barcelona le faltaba un futbolista en cada jugada, de manera que no podía pivotar. Falto de juego de transición y de línea de pase, pues el Celta presionaba la salida de De Boer y Guardiola, el encuentro era un dialogo entre Reiziger y/o Puyol con la línea de medios vigueses.

Llegada la media hora el partido viró de forma espectacular. Incapaz en el arranque, Rexach fue clarividente en la corrección, un don que siempre le ha acompañado. Charly limpió el campo con un cambio que tuvo un efecto dominó: dispuso que Zenden dejara el lateral izquierdo para pasar a la ala derecha, y el Barcelona recuperó la cordura, su esencia futbolística, el gusto por el ataque, un juego más respetuoso con la naturaleza de la plantilla. Apareció de nuevo la defensa de tres, el rombo y los dos extremos, y Cavallero tuvo que frotarse los guantes. Iban a por el portero del Celta. El empate llegó al instante, y Rivaldo, Luis Enrique y Overmars tuvieron repetidamente el segundo gol en la punta de la bota. El Celta aguantó como pudo y se recompuso en la caseta, para salir otra vez a escena dispuesto a disputar de nuevo el choque. Quedó parado un segundo acto entretenido estropeado por el árbitro, malo donde los haya, pues paró reiteradamente la contienda a destiempo, se equivocó en sus decisiones y maltrató el fútbol.

Entre el árbitro, el Celta y sus propias deficiencias el Barça fue decayendo, turbado en su empeño por ganar más que por jugar. Nunca fue un equipo al que le gustaran los partidos ásperos como el que tenía enfrente en el último tramo. No supo salir de la suciedad y se entregó a un mal final, con el Celta dispuesto al cuerpo a cuerpo, igualmente alejado de su buen gusto por el fútbol. Además de trabajo táctico, al Barcelona le falta todavía aire y confianza, cosa que se aprecia en la velocidad de la pelota y la precisión del pase. Va el cuero todavía demasiado blando o cuanto menos más lento de lo que requiere un dispositivo tan atrevido como el azulgrana, en el que cada futbolista siempre expuesto a tener que jugar la pelota de primera.

Aún aturdidos, los azulgrana se batieron con nobleza y a ratos con determinación, pero no están para ganar con la gorra, y menos frente al Celta, el mejor equipo de la segunda vuelta de la Liga. A Charly le queda mucho por hacer. Y el sábado le aguarda el derby.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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