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Columna
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Intertextualidad

Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era una soledad caótica y las tinieblas cubrían el abismo, mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas. Y dijo Dios: Que exista la luz. Así que, señoras, un huesito de pollo y hacemos un caldito casero como toda la vida. Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla. Gran número de lujuriosos se debatían entre las llamas. Mi sombra las hacía enrojecer aún más y algunas se percataron del detalle y por eso hablaron entre ellas, diciendo: Parece que éste no tiene cuerpo ficticio. Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. En el mismo instante en que aquel sorbo, con las migas de la magdalena, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que causaba. Y me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos, su brevedad en ilusoria. Con cien cañones por banda viento en popa a toda vela no corta el mar sino vuela un velero bergantín. Agradezco públicamente a mi amiga Ana Rosa el honor de presentar su novela. Una rosa es una rosa es una rosa. Dejadla, así es la rosa. Un fantasma recorre Europa: es el fantasma del comunismo. Contra este fantasma se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa, el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes. A mí me gusta la mujer mujer. Háblame, Musa, de aquel varón de multiforme ingenio que, después de destruir la sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo, vio las poblaciones y conoció las costumbres de muchos hombres y padeció en su ánimo gran número de trabajos en su navegación por el ponto, en cuanto procuraba salvar su vida y la vuelta de sus compañeros a la patria. Ese ignorante que no distingue una poesía de una lechuga eso es lo que saca una por no mantenerles en su sitio quitándose los zapatos y pantalones ahí en la butaca delante de mí tan descarado sin pedir permiso siquiera y la cosa saliendo de ese modo tan vulgar en la media camisa que llevan para que se les admire como un cura o un carnicero o esos hipócritas de los tiempos de Julio César. 'Los mediterráneos, como tenemos otras cosas que hacer, nos cuesta mucho escribir, investigar y trabajar seriamente sobre la historia y sobre la arqueología, hemos dejado que nos contaran la historia los alemanes e ingleses' (Luis Racionero, Atenas de Pericles, Ed. Planeta, 1993). Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuéramos de cera y en destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte. Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto. ¡Y a pocos centímetros de mi vida quemante estaba la nebulosa Lolita! Después de una larga vigilia sin abandono, mis tentáculos avanzaron hacia ella, y esta vez el crujido del colchón no la despertó. Me las compuse para aproximar tanto mi cuerpo voraz junto al de ella, que sentí el aura de su hombro desnudo como un tibio aliento sobre mi mejilla. Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa. Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sústalos exasperantes. Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Todas las familias felices se parecen unas a otras; cada familia desdichada lo es a su manera. ¡Ay mísero de mí, ay infelice! Apurar, Cielos, pretendo, ya que me tratáis así, qué delito cometí contra vosotros naciendo. Abril es el mes más cruel. Yo vi sobre un tomillo posarse un pajarillo. Vetusta, la muy noble y leal ciudad, corte en lejano siglo, hacía la digestión del cocido y de la olla podrida, y descansaba oyendo entre sueños el monótono y familiar zumbido de la campana de coro, que retumbaba allá en lo alto de la esbelta torre en la Santa Basílica. Mi amigo Tony Bleeeeeeer. Ser o no ser, ésa es la cuestión. Será una rosa, será un clavel, el mes de mayo te lo diré.

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