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Reportaje:

Un infierno en los campos de fresas

Una inspección revela la explotación y humillación que sufrían un centenar de inmigrantes en una finca de Huelva

'Vivían como animales'. Jenny Varela, una joven ecuatoriana, resumía ayer con esta frase las condiciones de vida de un centenar de inmigrantes, la mayoría sin papeles, procedentes de Ecuador, Marruecos, Lituania y Rumanía, que han trabajado durante los últimos meses como temporeros en Doñana 2000, una empresa dedicada a la producción fresera ubicada en el término municipal de Almonte (Huelva).

La Inspección de Trabajo y Seguridad Social ha trasladado una denuncia a la Policía Judicial de la Guardia Civil para que investigue el asunto después de que un grupo de sus funcionarios contemplara sobre el terreno la explotación laboral a la que eran sometidos estos inmigrantes y el penoso estado de los locales en los que se alojaban.

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Tema:: Inmigración, el germen de una nueva sociedad

Además, la propietaria de la finca, Mireia Giorgi, adeuda a estos inmigrantes todas las peonadas que han trabajado desde el pasado mes de febrero, lo que supone algo más de cinco millones de pesetas. No es la primera vez que esta empresa fresera, con sede en la localidad de Rociana del Condado, se ve envuelta en un conflicto laboral y judicial: el pasado año, otro grupo de temporeros denunció a la propietaria de la misma por el impago de sus salarios.

En la denuncia ante la Guardia Civil de los inspectores -que sólo identificaron a 56 inmigrantes ya que el resto, hasta un centenar, se dio a la fuga con el temor en el cuerpo por su situación irregular- se certifica que 'los alojamientos proporcionados por la empresa a los trabajadores carecían de las mínimas condiciones de habitabilidad'. Los temporeros 'no tenían agua potable y la no potable estaba racionada. No tenían letrinas ni lugares de aseo, ni comedores', según el relato de los inspectores.

Los inmigrantes 'vivían en tres módulos de chapa metálica, de unos seis metros cuadrados cada uno, sin luz eléctrica y sin ventilación, y dormían hacinados hasta diez trabajadores juntos'. 'En este espacio reducido', siempre según el informe de los inspectores, 'no había ventilación y se respiraba un olor nauseabundo que propiciaba la atracción de multiples insectos y suponía un foco de infección importante'.

Varela, que ejerce como portavoz de los afectados, sostiene que 'la situación se hizo insostenible porque, además, la propietaria les hacía trabajar horas extras sin que pudieran protestar'. Los inmigrantes identificados se encontraban ayer acogidos en viviendas de compañeros suyos en localidades freseras de la provincia. 'Van a permanecer allí hasta que se les pague el dinero por el trabajo que han desarrollado en la campaña de recogida de fresas'.

La situación laboral de estos inmigrantes se conoció públicamente la pasada semana, cuando una delegación de ecuatorianos denunció los hechos en la sede de CC OO en Huelva. Los afectados llegaron a anunciar movilizaciones aunque, según dicen, cuentan con la promesa de la empresa de abonarles antes de mayo todos los salarios.

El secretario provincial de la federación agroalimentaria de CC OO, Santiago Lepe, aseguraba ayer que 'esto no ocurre en todas las fincas freseras de la provincia'. 'Lo importante es que a nuestras denuncias se unan las de la patronal para que este tipo de empresarios que se dedican a explotar a inmigrantes sin papeles desaparezcan de la campaña'. Según Lepe, 'la recogida de la fresa no puede admitir a empresas que tratan de esta manera a los trabajadores y que acumulan denuncias en cada campaña'.

Precisamente, después de que CC OO desvelara esta situación ante la Subdelegación del Gobierno, en Huelva se puso en marcha la inspección de Trabajo.

Un inmigrante, en una chabola en la finca Doñana 2000.
Un inmigrante, en una chabola en la finca Doñana 2000.LOGAN

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