Agresividad y recuperación
La testosterona, que se produce casi exclusivamente en los testículos del varón, es la hormona androgénica o virilizante por excelencia. Es la responsable de los caracteres sexuales secundarios del sexo masculino (desarrollo de los genitales, distribución del vello por todo el cuerpo, voz ronca, agresividad...) También ejerce una importante función anabólica, pues estimula el anabolismo o desarrollo de los tejidos, como, por ejemplo, el tejido muscular. Por ello los músculos están más desarrollados en los hombres que en las mujeres. Los esteroides anabolizantes o, mejor dicho, los esteroides androgénicos anabolizantes son drogas sintéticas obtenidas a partir de la testosterona. Entre ellos se encuentra la 19-nortestosterona o nandrolona, una droga con mayor efecto anabolizante que androgénico.
Estas drogas pueden mejorar significativamente el rendimiento deportivo. Primero, porque incrementan la masa muscular y la fuerza del deportista que las consume. Segundo, porque permiten que los músculos se recuperen antes y mejor de los esfuerzos realizados y de los múltiples microtraumatismos que pueden llegar a sufrir: aceleran la reconstrucción de las células (o fibras) musculares rotas (en el sentido estricto del término) y de las proteínas contráctiles que hay dentro de las mismas. Así, los músculos de las piernas de un futbolista se pueden recuperar antes del tremendo machaque que para ellos supone cada partido: patadas y más patadas, tacos clavados en los gemelos o los típicos bocadillos (rodillazos en el muslo). Todo ello, por no hablar de las tracciones que sufren los músculos abductores en cada giro brusco o incluso en cada remate. O del constante impacto de los pies contra el suelo durante los diez kilómetros que un futbolista puede llegar a recorrer en cada partido. Y muchos juegan dos partidos a la semana.
Para colmo, la testosterona es la responsable de un carácter viril por excelencia y esencial en la alta competición: la agresividad. Y, a pesar de las manipulaciones químicas que se realizan en la molécula original de testosterona para sintetizar los esteroides anabolizantes, en éstos no se consigue eliminar del todo el efecto virilizante que tiene esta hormona. Así, nos podemos imaginar a un delantero sin temor a las duras entradas de los defensas. O a un jugador, sea cual sea su posición en el campo, que no rehuye el choque ni entrar con decisión a cualquier situación de uno contra uno.
Alejandro Lucía es fisiólogo de la UEM.
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