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Un fijo en todos los pósteres

Rexach, el único que sobrevive a todas las crisis, vuelve al banquillo con la idea de recuperar un estilo de juego de toque y fantasía

Robert Álvarez

Vuelve Charly Rexach (Barcelona, 1947). Su seducción, su optimismo, su audacia y, por qué no decirlo, su buena estrella y su dosis de socarronería le han permitido sobrevivir a todo y a todos. El club ha cambiado de presidente, de entrenador y, en breve, cambiará de capitán, pero él, salvo un pequeño y fracasado paréntesis en el Yokohama Flugels, japonés, va a cumplir 42 años en el Barça, en el que ingresó cuando era infantil y triunfó como fino, fantasioso y diletante extremo derecho. Luego, como ayudante técnico de Johan Cruyff, marcó toda una época, la del Dream Team. Su fidelidad al club se demostró de manera fehaciente cuando Gaspart echó con cajas destempladas a Cruyff. Entre la solidaridad con el amigo y el club, eligió el club. Aunque también hay que recordar que aquel 19 de mayo de 1996 en el que ocupó el banquillo del Camp Nou en un partido ante el Celta -precisamente, el equipo que visita el estadio el próximo domingo-, se atrevió a lo que nadie se ha atrevido jamás. En un gesto que representó un desafío sin precedentes hacia Núñez, relevó a Jordi Cruyff para que el Camp Nou se despidiera del apellido al que veneró. Rexach dirigió al equipo aquel dia ante el Celta y después ante el Deportivo. Son los dos únicos partidos oficiales que constan en su historial como técnico de Primera, aunque también había ocupado el banquillo provisionalmente un par de veces cuando Luis Aragonés y Cruyff, por diferentes motivos, no pudieron ocuparlo.

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La ruptura con Cruyff no comportó la renuncia a su ideario. Dice ser partidario de un fútbol basado en la posesión del balón y en el toque y la fantasía. Le gusta traducir su idea a base de aforismos. 'Correr es de cobardes', 'a mí que me den once Pelés', 'cada temporada hay que inventar algo para que no nos cojan el truco', 'el peor rival del Barcelona es el propio Barcelona, el otro Barça, ese que dormita o se acomoda'...

Tras aquél traumático final del Dream Team, Charly volvió a los despachos, pero pronto se cansó de estar relegado y probó la aventura japonesa nueve meses. Era 1998. Fichó como jugador a Futre, pero, tras un buen inicio, no pudo impedir que el Yokohama acabara en los últimos puestos. Regresó a Barcelona y el pasado verano se incorporó a la candidatura de Gaspart como asesor deportivo. El pasado enero, después del episodio del frustrado fichaje del central brasileño Cris, al que avalaba, pero que fue repudiado por Serra Ferrer, Rexach fue nombrado director técnico adjunto.Fue por entonces cuando protagonizó una de las más sonrojantes anécdotas a raíz de una de las cada vez más pesadas bromas de los programas chipiritifláuticos que cada vez proliferan más. En este caso se trató de una emisora de radio canaria. Uno de los locutores se hizo pasar por un directivo de un club italiano y Rexach entró al trapo hasta el punto de que le informó de las fichas anuales que perciben Dani y Zenden sin saber que sus palabras estaban siendo reproducidas en antena y que poco después iban a ser la comidilla en Internet. Pero, a pesar de todo, vuelve. No se ve otra posible solución en el universo azulgrana y él, como siempre, vuelve a sonreir y, como si nada pasara, admite que es un privilegiado por un montón de buenos motivos: por no haber pasado nunca por el quirófano como jugador; por haberse pasado la vida en cinco kilómetros cuadrados, los que van del Camp Nou a su casa, en el acomodado barrio de Pedralbes; por haber salido en todos los pósters oficiales de la plantilla.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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