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ROSARIO VALPUESTA | EL PERFIL

La rectora peleona

Tereixa Constenla

La única rectora española nació en Sevilla. Pocos saben en qué año. Rosario Valpuesta Fernández, separada, dos hijos, guarda como un secreto inconfesable su edad, aunque resulte un tanto chocante y sorprendente escuchar de labios de una convencida defensora de la mujer una respuesta propia de actrices que temen perder papeles. A María Galiana tampoco le gusta demasiado que se airee porque sospecha que los cineastas miran más el carné de identidad que el talento. El ocultismo de la rectora, que ha transmitido con diligencia a colaboradores y amigos que participan del pacto de silencio, obedece a una cuestión más superficial como la coquetería, una de las pocas frivolidades que parece permitirse esta mujer peleona, vitalista, orgullosa, entusiasta, impulsiva, de fácil pronto colérico y brillante cerebro.

Valpuesta fue una alumna destacada en la Facultad de Derecho de Sevilla, que culminó su trayectoria con una tesis sobre los pactos de separación de hecho, que se anticipaba varios años al debate social. Como profesora de Derecho Civil también dejó algunas huellas curiosas en la memoria de los alumnos de la Hispalense, que esperaban el primer día de curso la llegada de novatos para amedrentar con un derroche de energías incontrolable. Entraba en el aula y, sentada en su mesa, fumando un cigarrillo tras otro, dejaba pasar la hora mientras sus estudiantes desparramaban su jolgorio mientras tramaban novatadas sin recato alguno. Pasada la hora, recogía su tabaco y les decía: 'Ya han cumplido con el rito salvaje, mañana les espero a la misma hora y callados'. Por lo visto, daba resultado.

Sorprende que la impasibilidad y el autocontrol que mostraba en ese escenario desaparezca cuando se siente contrariada. O eso dicen algunos conocidos, y eso ocurrió en el claustro anterior a la celebración de elecciones el pasado martes en la Universidad Pablo de Olavide. Después de cuatro años como presidenta de la comisión gestora -nombrada por el Gobierno andaluz-, Rosario Valpuesta se convirtió en la primera rectora elegida por el profesorado. No hubo candidaturas alternativas, pero a la rectora le disgustaron sobremanera las escasas críticas y le afloró eso que algunos llaman 'geniecillo'; otros, 'carácter autoritario' y los amigos, 'prontos los tenemos todos'.

La rectora es Rosi en su círculo afectivo, catedrática de Derecho Civil -la obtuvo en 1989- en su currículo académico y la primera mujer en adentrarse en parcelas hasta entonces limitadas al género masculino en la estructura universitaria sevillana. Fue la primera catedrática de Derecho de la Universidad de Sevilla -entre 1993 y 1997 también lo fue en la Universidad de Huelva- y la primera vicerrectora de alumnos de la Hispalense. Cuando le ofrecieron el reto de la Pablo de Olavide no resolvió con facilidad el dilema. Incluso ahora añora la investigación académica, los silencios de una biblioteca donde poder acudir con jerseys gruesos y acabar con los dedos llenos de tinta.

Cuando Valpuesta llegó al futuro campus todo estaba en el aire y, tal vez, en su cabeza. Bregó con todo: los albañiles, una manada equina que pululaba por allí y una sola línea de teléfono, que su secretario trataba de disimular haciendo las esperas de rigor. Desde el primer día evidenció su tendencia hacia el desorden cotidiano -alertó a su entorno de que jamás le dieran papeles originales: los pierde todos- y su querencia por un orden mayúsculo, que tiene que ver con las ideas y la planificación.

Una dura enfermedad le ha reforzado el coraje y la capacidad de lucha, pero también le ha dejado una pátina relativista para observar los acontecimienos en su justa medida, aunque su carácter temperamental y apasionado siga aflorando a menudo. A la rectora 'menos rectora', a decir de un amigo, le gusta la literatura latinoamericana, Wim Wenders, el Sevilla, Elkin Patarroyo, los madrugones y la cercanía de una Biblia, como la que preside su mesa de despacho.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Lisboa desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera en Andalucía. Es autora del libro 'Cuaderno de urgencias'.

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