'Que nadie crea en una solución definitiva del problema balcánico'
Francisco Veiga acaba de regresar de Belgrado, donde ha vivido de cerca las reacciones ante la detención de Slobodan Milosevic y su posible extradición para que sea juzgado por el Tribunal de La Haya. Profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Barcelona, Veiga habló recientemente en Vitoria sobre el tratamiento que dan los medios de comunicación a los distintos conflictos balcánicos.
Pregunta. ¿Cuál ha sido el tratamiento informativo desde que se inició el desmembramiento de la antigua Yugoslavia?
Respuesta. No ha habido grandes diferencias en el tratamiento de los distintos conflictos. Cada país ha ido cubriendo los acontecimientos según la posición de sus gobiernos en la zona. La evolución no ha sido drástica. Por ejemplo, en España se defendió en principio una intervención internacional que, conocidas las consecuencias, se ha convertido en un apoyo crítico a la presencia de fuerzas de la OTAN. Lo que sí está claro es que ahora comienza una nueva etapa con los sucesos de Macedonia en la que no están tan definidas las posturas, sobre todo después de la desaparición del chollo Milosevic.
'Los grandes grupos de comunicación han marcado determinadas decisiones'
P. ¿Los medios de comunicación internacionales han influido en la desintegración de Yugoslavia?
R. Lo cierto es que los grandes grupos de comunicación han ido marcando determinadas decisiones, como la intervención en Kosovo, pero por otra parte, en los acuerdos de Dayton en 1995, no se permitió a los negociadores que tuvieran ningún contacto con los medios de comunicación.
P. ¿Hay un común denominador en los distintos conflictos balcánicos?
R. Son todos diferentes. Hay que huir del tópico de que todos son étnicos. Desde 1989, Rumania o Albania no siguen esta pauta; si hubiera que buscar un rasgo común es que las nuevas oligarquías quieren controlar parcelas recién descubiertas de poder y es ahí donde se encuentra gran parte del sustrato de los actuales conflictos balcánicos.
P. ¿De dónde surge ese afán del resto de Europa por intervenir en los Balcanes?
R. La diplomacia europea tiene una larguísima tradición de intervención en los Balcanes desde 1829: hasta en nueve ocasiones han aparecido fuerzas extranjeras en la zona. Ningún lugar del continente ha sufrido tantas intervenciones. Estas decisiones han generado a su vez nuevos conflictos, que han llevado a que nadie se haga ilusiones de que se puede resolver definitivamente el problema de los Balcanes. Y es que las potencias occidentales desprecian a los líderes balcánicos y a la inversa.
P. ¿Y la presencia de EEUU?
R. La intervención de la potencia norteamericana dio un balón de oxígeno a determinados grupos, como los albaneses, que ahora están viendo cómo pierden expectativas ante la voluntad de la Administración Bush de olvidarse de los Balcanes.
P. ¿Cómo han vivido los serbios la detención de Milosevic?
R. En general, la actitud de los serbios es muy pasota. Les importa un comino lo que le pase a Milosevic; la gente tiene ganas de pasar página, incluso no les importa que se desgaje Montenegro. Eso sí, en parte de la población hay un deseo de acabar con los que se han lucrado con el Gobierno de Milosevic o incluso se mantienen todavía en la actual Administración de la Federación Yugoslava.
P. Como buen conocedor de la historia reciente de los Balcanes, ¿hay alguna probabilidad de que España llegue a una balcanización?
R. Se ha abusado mucho de las comparaciones entre ambos. Es más, en estos momentos me parece hasta improcedente.
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