El marcaje del mal aliento
Un defensa se guarda trozos de cebolla en las medias y los mastica luego para anular a los delanteros, Romario entre ellos, atufándolos
En el fútbol todo está inventado. ¿Todo? Antaño, y todavía hoy en determinados casos, los defensas toscos no se andaban con chiquitas para neutralizar a los delanteros hábiles. Un par de entradas durísimas a las primeras de cambio y el osado atacante ya se pensaría muy mucho sus siguientes acercamientos al área. Claro que para ello debían contar con la complicidad del árbitro, que tendría que ser un tanto consentidor o pusilánime, ya que se arriesgaban a la amonestación e incluso a la expulsión.
Convenía, pues, idear otros procedimientos menos aparatosos, menos visibles, que pasaran inadvertidos para todos excepto, obvio, para las víctimas. Éstos son los que suelen practicarse en la actualidad. Algunos continúan persiguiendo el daño físico: por ejemplo, el codazo en las costillas o el pisotón en la punta de la bota en el momento oportuno, cuando el balón, en el que siempre están puestos los ojos, rueda lejos. Otros no pasan de las amenazas. Unas advertencias poco originales, pero reiteradas al oído del oponente, que pretenden desquiciarle o desestabilizarle y que son de lo más variado: intimidatorias -'la próxima vez, te parto una pierna' o '¿has telefoneado ya al dentista?'-, profesionales -'menudo paquete que eres' o 'no te preocupes, en Regional puedes dar bien como suplente'-, sentimentales -'ten cuidado, no vayas a pinchar la pelota con los cuernos' o 'tu mujer me ha dicho que yo lo hago mucho mejor'-...
En el fútbol todo está inventado. ¿Todo? Lo cierto es que la imaginación nunca descansa y que siempre es posible hallar algún argumento más sutil o menos evidente para tratar de controlar a ese molesto adversario especialista en los caños, los sombreros y, lo que es menos ridiculizante pero más demoledor, los goles. La última innovación técnica la ha aportado un joven, 21 años, defensa brasileño con apellido a tono: Marcao. Es el marcaje del mal aliento.
No consta que a Marcao, de excelente planta y que juega en el Americano, uno de los equipos revelaciones del Campeonato de Río de Janeiro, le haya dado calabazas alguna novia por su excesivo gusto por esa planta liliácea. Pero él, según confiesa en el Jornal do Brasil, lo ha aplicado con sumo provecho para anular a figuras tales como el veterano Romario, ahora en el Vasco da Gama, o el prometedor Edilson, del Flamengo. Durante los partidos importantes, cuenta, se dedica a masticar unos trozos de cebolla que se ha guardado previamente bajo sus aromatizadas medias para atufar luego a sus rivales hablándoles. ¿Los espanta de sus dominios? Parece ser que sí. No en balde su conjunto es el menos goleado: seis tantos en siete encuentros, de los que sólo ha perdido uno y, en cambio, ha ganado cinco.
De todas formas, por si le fallaba la colaboración olfativa de su antagonista, Marcao no se olvidó de las tácticas clásicas para agobiar a Romario. Eso sí, con una buena dosis de educación, realismo e ironía: 'Cuando me acerqué a él, le dije: 'Mire, señor Romario; no intente hacerse el bobo conmigo. Yo me gano un salario de 150 reales [unas 12.600 pesetas] mensuales y me van a pagar casi 5.000 [unas 420.000 pesetas] si ganamos este partido. Así que no me venga con chistes. O, si no, va a salir del estadio en camilla'. 'Y, encima, encebollado', debió de pensar para sus adentros Romario, que no dio una.
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