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Los indígenas de Ecuador rompen las negociaciones con el Gobierno de Noboa por su actitud 'prepotente'

Los líderes indígenas de Ecuador han roto las conversaciones con el poder de Quito y se han marchado a Riobamba, a 180 kilómetros de la capital, y centro tradicional de una de las nacionalidades indias más grandes y poderosas del país suramericano. Allí los dirigentes consultarán con sus bases los pasos que el movimiento dará en los próximos días. El diálogo entre el Gobierno del presidente Gustavo Noboa y la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE), que empezó hace un mes, ha caído en un abismo esta semana. Debido a la 'intransigencia de los indígenas', según el Gobierno; y a una actitud 'prepotente y racista', en versión de los indios.

Antes de marcharse, la CONAIE le envió una carta al presidente Gustavo Noboa en la que le piden una audiencia, como condición para continuar con las negociaciones. 'Queremos saber si el Gobierno quiere o no continuar con este proceso. Si está interesado realmente en dar alguna salida a la crisis [económica]', dijo Ricardo Ulcuango, vicepresidente de la CONAIE, que ha presidido las negociaciones y que se queja de que 'después de tantas reuniones, no se haya concretado nada'.

Pero el vicepresidente de la República, Gustavo Pinto, se ha adelantado a responder que 'no cabe llevar al presidente a una mesa de negociación'. 'El sector indígena se extralimita y pretende cogobernar', señaló Pinto.

Así, se llegó al proceso de negociación con los indígenas desde un callejón sin salida. El diálogo fue resultado de semanas de paralización de varias provincias del país, del bloqueo de las principales carreteras y con la presencia en Quito de 3.500 indígenas, que llegaron desde comunidades remotas y que pretendían marchar sobre la ciudad.

Noboa aceptó entonces fijar una amplia agenda de debate, que incluía la política económica, de seguridad y exterior del régimen. Su propio régimen era el resultado de un levantamiento indio. En enero de 2000, el ex presidente Jamil Mahuad fue derrotado como consecuencia de una protesta india que recibió el decisivo respaldo de sectores militares.

Pero las largas jornadas de negociación, de casi todos los días, en el Palacio de Carondelet no han dejado ningún resultado.

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Código de conducta

Una metodología y hasta un código de conducta precedieron a las conversaciones, y la cordialidad se había convertido en la tónica entre indios y funcionarios.Asesores expertos en negociación intentaron crear una atmósfera que evitara que cualquier fricción pudiera convertirse en una posición irreconciliable.

El límite de las simpatías fue la política real: la disposición definitiva del Gobierno a elevar del 12% al 14% el impuesto al valor añadido. Esta propuesta fue rechazada por el Congreso la semana pasada, pero el Gobierno cree ahora que una nueva organización de fuerzas en el Parlamento permitirá la aprobación de la reforma en la que ha empeñado toda su energía. De esta subida depende el flujo de nuevos créditos para compensar un abultado déficit fiscal de casi cuatro puntos del producto interior bruto (PIB), y es una condición para que el Fondo Monetario Internacional (FMI) continúe con la renegociación de la deuda externa.

Tampoco existe consenso sobre otros asuntos de orden político. Los indígenas exigen que se indemnice a las víctimas de la represión policial y militar de febrero pasado, y reclaman que se reconozca que los cuatro muertos que dejaron las protestas fueron crímenes de Estado. Una posición que el Gobierno rechaza de plano. 'El Gobierno está dispuesto a pagar las cuentas de los hospitales y alguna indemnización a la familia, pero, de allí a que el Gobierno reconozca que allí hubo un crimen de Estado, hay una diferencia enorme', dijo Pinto.

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