Arzalluz apuesta
Habló el domingo pasado, siguiendo su inalterable costumbre de santificar las fiestas. Lo hizo durante la inauguración de una nueva sede social del Partido Nacionalista Vasco (PNV), esta vez en Oiartzun (Guipúzcoa). Xabier Arzalluz, ante un público de incondicionales como es propio de estas ocasiones y más durante periodos electorales, prefirió recurrir al vascuence para desafiar al candidato del PP a lehendakari, Jaime Mayor Oreja. Bien oiréis lo que le decía. 'Vamos a hacer una apuesta: tienes cinco años, y si no terminas con ETA, te vas para siempre de la política porque habrás demostrado tu inutilidad'. El presidente del PNV calificó de plan quinquenal a la usanza de los comunistas la promesa que hizo Mayor unos días atrás de terminar con el terrorismo y restó toda credibilidad a sus propuestas para acabar con ETA.
Enumeró después una serie de acciones, como la detención de la cúpula de ETA en Bidart, la encarcelación de la Mesa Nacional de HB o el cierre del diario Egin y añadió, perspicaz, que desde el final de la tregua ETA ha matado fuera de Euskadi el doble de personas que allí y que la proporción de kale borroka que hay en Navarra es la misma que en el País Vasco, para concluir que la cuestión pendiente más que saber qué haría Mayor con la Ertzaintza si llegara allí al poder es qué ha hecho con su receta como ministro del Interior desde 1996. Luego, buscando hacerse entender mejor por la parroquia acudió a la parábola de la cerveza. Señaló que para algunos ETA es la espuma a eliminar como si fuera mero bandidaje, cuestión policial en exclusiva, pero inmediatamente alertó de las perversas intenciones subyacentes porque el objetivo fundamental es 'dejar la cerveza sin fuerza, dejar sin fuerza al nacionalismo'.
Con las cautelas propias de toda traducción, si Xabier Arzalluz hubiera dicho lo que más arriba se ha resumido merecería la pena intentar algunas consideraciones. La primera, para subrayar la impresión de que el presidente del PNV parecería haber interiorizado la derrota electoral y quisiera acotar en cinco los años que se avecinarían de carencia de poder. De lo dicho por Arzalluz cabría deducir que el líder peneuvista se apunta a la idea de la perennidad de la acción terrorista etarra, como si estuviera garantizada su continuidad habida cuenta de los más de 30 años que lleva de actividad, como si estuviera en alguna sagrada escritura que hubiera de prevalecer de todas las asechanzas, como si los ángeles vascos del cielo tuvieran de su mano a los etarras para evitarles tropiezos fatales. Son ecos que nos separan de aquel Arzalluz para quien la victoria etarra les convertiría a él y a los suyos en balseros y nos devuelven al peor Arzalluz, el que calificaba de machada con tintes admirativos el robo de la dinamita de Bretaña, el que estaría pronto para cobrar su apuesta al confirmarse la aciaga perennidad, en lugar de unirse desde la oposición a las tareas de quienes relevándoles en el poder lograran extinguir esa actividad criminal.
La segunda consideración nos llevaría a reparar en la renuncia aparente por parte de Arzalluz a competir con Mayor Oreja, el líder de la formación política rival, presentando una enumeración de propia factura que pudiera dar cuenta de lo que de modo ventajoso hubieran hecho los Gobiernos del PNV durante los 20 años que llevan en el poder en relación con esa ETA persistente. ¿Tienen esos Gobiernos alguna responsabilidad en la persistencia del fenómeno que protagoniza la banda? ¿Es que tal vez la exhibición de ese palmarés de acciones antiterroristas se considera inoportuna en estas fechas preelectorales o es que hay poco que presentar? La tercera consideración vendría a propósito de la parábola utilizada en Oiartzun partiendo de la espuma de la cerveza. ¿De verdad piensa Arzalluz que combatir a ETA es un camuflaje lamentable para atender al objetivo fundamental de 'dejar sin fuerza al nacionalismo?'. O, expresado a la inversa, ¿podría decirnos Arzalluz en qué fortalece al nacionalismo, que él mismo preside, la existencia y las acciones de la banda etarra? Está claro que Arzalluz al menos tiene que cambiar de apuestas.
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