_
_
_
_

Se acrecienta la división en CC OO tras el primer año de Onaindi en el poder

El séptimo congreso de CC OO se cerró en junio de 2000 con una fractura interna y un nuevo secretario general, Josu Onaindi. Casi un año después, lejos de haber cicatrizado, la herida abierta entonces se ha hecho mayor. En pura teoría y de acuerdo con las ponencias aprobadas en el anterior congreso, en CC OO no ha habido un cambio estratégico ni de ideas. De hecho, la nueva dirección asumió las propuestas de la anterior, encabezada por Santiago Bengoa, como en más de una ocasión ha reconocido el secretario de comunicación, José Luis Ruiz. Sin embargo, sobre el congreso planeó el papel que el sindicato debía jugar ante la violencia. Entonces, Onaindi se mostró partidario de centrarse en la acción sindical frente a Bengoa, quién consideró necesaria 'la libertad como el aire' para poder ser sindicalistas. Hoy el mismo debate sigue abierto y los perdedores del congreso se encuentran apartados por la actual dirección.

Más información
La reprimenda de Fidalgo

La última polémica, que ha disparado la tensión entre los dos sectores, es la crítica de CC OO de Euskadi a la declaración por las libertades y contra el terrorismo firmada por los principales sindicatos franceses (CFDT, CGT, FO y UNSA) y UGT y CC OO. Esta declaración recibió el apoyo del Confederación Europea de Sindicatos (CES) y de la Confederación Internacional de organizaciones Sindicales Libres (CIOSL). La manifestación contraria a la declaración del sindicato en Euskadi se emitió sin haberse realizado un debate en sus órganos de dirección. La actual ejecutiva está formada por 13 hombres de Onaindi y 10 de Bengoa.

¿Se ha perdido en CC OO la democracia interna? La respuesta es distinta en función de quien sea el que responda. Sin embargo, las reuniones de las ejecutivas son cada vez más escasas y más complicadas para los críticos, a algunos de los cuales la dirección del sindicato ha retirado la condición de liberados: Bengoa ha vuelto a trabajar en Sidenor, Jesús Garatea, el anterior secretario de Navarra, en Volkswagen, y Paco Blanco, anterior secretario de acción sindical, en una empresa química.

El Consejo Confederal del sindicato se reúne el próximo martes y en el orden del día no se ha incluido aún, pese a que ya se ha solicitado, una explicación sobre la crítica hecha a la declaración internacional contra el terrorismo. Desde que se lanzó una nota de prensa contraria y, pese a la exigencia de rectificación de la dirección del sindicato en Madrid, nadie se ha pronunciado.

Cuatro personas controlan el sindicato: Onaindi, Federico García, secretario de organización, Pedro Gómez, del metal, y José Luis Ruiz, de comunicación. Onaindi y García han compartido militancia en el PCE y, después, en EE. Ruiz fue la única persona a la que Bengoa no quiso en su equipo y García, el secretario de organización que preparó a sus espaldas la candidatura alternativa. Los cuatro se han encargado de cerrar el paso a los antiguos dirigentes y de cambiar la trayectoria de la central.

Los secretarios de Álava, Mari Cruz Vicente, y Guipúzcoa, Eduardo García, son de la corriente de Bengoa. A ambos la dirección les ha colocado hombres de su entera confianza en el segundo puesto en importancia en el organigrama. Es la primera vez en la historia del sindicato que los secretarios de organización de dos territoriales son impuestos por la ejecutiva de Euskadi. Los dos son hombres del metal: en Álava ha nombrado a Filberto Sánchez y en Guipúzcoa a César Fandillo, procedente de la organización en Vizcaya y enviado sólo para cubrir el puesto.

Abandono a UGT

Ruiz ha manifestado recientemente que las discrepancias con la dirección del sindicato con Madrid se han producido no solo con la declaración por las libertades, sino también con sobre la necesidad o no de convocar una huelga general o con el pacto antiterrorista PP-PSOE. La gran pregunta es saber hasta dónde pueden llegar esta discrepancia, que corre en paralelo a la división interna. Por un lado, hay una voluntad de acercamiento a ELA y, por el otro, un alejamiento de la coordinación histórica con UGT. Pero el margen de maniobra es escaso y las posibilidades de acuerdo con ELA muy remotas, dada la postura del sindicato nacionalista en temas como la formación contínua, las pensiones o la negociación colectiva.

Mientras realiza estos movimientos, que rompen con la trayectoria de Comisiones y no están avalados por las resoluciones del congreso, los críticos ven con preocupación que el sindicato se desentiende de las amenazas contra la libertad que la violencia terrorista proyecta sobre Euskadi. Tienen la sensación de que, con su postura 'tibia', la actual dirección trata de evitar que el sindicato se convierta en un objetivo de los violentos, aunque ello suponga dejar solos en la primera línea de fuego a los compañeros de la UGT.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_