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17 inmigrantes en una madriguera

Un grupo de marroquíes lleva un año bajo tierra en El Ejido porque nadie les alquila un piso

Durante el día trabajan bajo plásticos, por la noche duermen en un agujero. Son 17 hombres marroquíes que llevan un año en Almería, a todos les han denegado el permiso de residencia y un techo digno para reposar. 'Nosotros queremos alquilar casas, pero nadie nos alquila', explica Faouzi Abderrahman, mientras los demás asienten.

Esos 17 hombres se refugian durante la noche en una madriguera de 21 metros cuadrados y menos de dos de altura, excavada en un descampado de El Ejido que sirvió de campo de tiro y hoy se ha convertido en un vertedero. A unos escasos 10 metros del hoyo se levanta una chabola en la que pernoctan otros siete marroquíes.

Para dar con sus huesos en los tres miserables colchones que comparten, tienen que deslizarse por una rampa, agachar la cabeza para no golpearse y saltar hasta el interior. Sólo les acompaña allí un destartalado frigorífico, mucha suciedad, humedad y oscuridad. El agujero en el que sobreviven está bajo una plataforma de hormigón. Unos carteles de dormitorios de lujo decoran la pared del habitáculo, por aquello de que de ilusión también se vive. Fotografías de estrellas del fútbol completan la precaria decoración.

'Esto no es para personas, no es ni para los animales', se lamenta Bouchha Bennaceur. Tiene 35 años y una licenciatura en Biología que no le ha salvado de emigrar en patera.

Faouzi Abderrahman, de 28 años, y Angoune Driss, de 32, también gozan de una cualificación profesional que tampoco les ha servido para esquivar unas condiciones de vida que sólo con cierto optimismo se pueden calificar de infrahumanas.

Ambos son expertos en electricidad y, como el resto de sus compañeros, deben conformarse con ejercer como mano de obra barata en los invernaderos los días que logran un jornal. Su condición de indocumentados no les deja margen alguno para exigir sus derechos laborales.

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Como éstos, otros muchos inmigrantes sufren en Almería la falta de vivienda y de ganas de los arrendatarios de confiar en ellos. Ahora además el albergue municipal de Almería está saturado por 'la derivación de inmigrantes argelinos desde Melilla', según denunció ayer el Ayuntamiento.

Entre los ocupantes del zulo de El Ejido está Mohamed. Tiene 32 años y 14 kilos menos que hace cinco meses. Los perdió fumigando cultivos intensivos. Tuvo que acudir al cercano hospital de Poniente y ahora está en tratamiento.

Pero Mohamed al menos acudió al hospital. Said Mansouri, de 28 años, lleva días acurrucado en uno de los colchones del refugio subterráneo con fiebre y vómitos continuos y se niega sistemáticamente a acudir al médico. Sus compañeros dicen que está deprimido y todos manifiestan el mismo temor: 'Se va a volver loco'. Said sólo ha trabajado 35 días en un año.

Habitualmente consumen agua turbia y sucia que consiguen de una balsa cercana. 'No esperaba que esto fuese así. No habría venido de saberlo', asegura. Pese a todo, aún se consideran con suerte. Ahora tienen donde refugiarse. Según afirman, el dueño del terreno les ha asegurado que los desalojará. 'Ahora nos deja porque dice que hace frío', explican.

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