Paradoja vasca
Forman parte de una de las instituciones más valoradas por la ciudadanía. Son la imagen gráfica por excelencia del Estatuto de Autonomía. Su existencia es la muestra de nuestra capacidad de autogobierno. Y, sin embargo, pocos hacen ostentación de su condición. El conocimiento de su profesión queda reducido a un pequeño grupo de familiares y amigos. Viven acosados por los violentos y se sienten abandonados por sus responsables políticos. Son los ertzainas. ¿Qué ha pasado para que se pueda dar esta paradoja?
La Ertzaintza ha sufrido el retraso del Gobierno vasco en asumir la legitimidad de la acción policial frente a ETA. Una asunción que sólo llegó tras el asesinato del superintendente Díaz Arcocha, en 1985. También ha padecido la sustitución del Pacto de Ajuria Enea por el de Lizarra, y voces muy cualificadas de dentro y fuera han denunciado que su contundencia o su capacidad investigadora se ha reservado para aspectos no relacionados con la violencia política. Mientras tanto, doce miembros de la Ertzaintza han sido asesinados por ETA desde su creación, sus compañeros soportan ataques habituales a sus viviendas o automóviles y todos podemos contemplar pintadas, carteles amenazadores o declaraciones agresivas hacia ellos, en los mítines de turno. La Ertzaintza (y los ertzainas) son una institución cuya gestión exige responsabilidad.-
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