8.000 hinchas en la grada seis horas antes
La marcha de la Infantería de Marina, el Semper Fidelis, con arreglos de samba, alternó con los himnos marciales locales, las trompas de guerra y los gritos de un anillo de 20.000 ultras: todos los hinchas del Galatasaray. Tal era la emoción acumulada por los seguidores turcos que unos 8.000 entraron al campo seis horas antes de que llegaran los equipos. Cuando los jugadores del Madrid pisaron el césped, fueron recibidos por un pitido incesante y lo que parecía la banda sonora de una película de beduinos contra legionarios, a todo volumen desde un poderoso complejo de altavoces. La emboscadas psicológica quedó tendida de manera cinematográfica: Hierro encabezó a los colonialistas flemáticos y Hagi a los nómadas enfurecidos. Para calentar el clima, Jardel se paseó lisonjero por el sector del campo donde calentaban los madridistas y arengó a la grada.
El pionero del fútbol turco posee un estadio que en España sería la instalación de un club mediano, el Ali Sami, atestado ayer para presenciar lo que el entrenador local, Mircea Lucescu, consideró 'el partido más importante de la historia' del club. No sólo el campo, todo el barrio de la Galata se atestó de banderas y de aficionados curiosos. Situado en un sector popular elevado sobre una colina de la ribera genovesa del Cuerno de Oro, el barrio fue escenario de graves disturbios tras el derby jugado el sábado pasado contra el Besiktas: varios aficionados del otro equipo de Estambul incendiaron un establecimiento de McDonald's al ver en el logotipo de la marca de hamburguesas los colores, amarillo y rojo, que tiñen el uniforme del Galatasaray.
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