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Crónica
Texto informativo con interpretación

El Madrid pierde con el Galatasaray en Estambul (3-2)

El campeón desaprovecha una ventaja de dos goles al descanso y acaba arrollado por el Galatasaray

El Madrid tiró en la segunda parte su excelente comienzo. Llegó al descanso con una jugosa ventaja de dos goles, pero no supo contestar la aguerrida reacción del Galatasaray, que acabó arrollando y venciendo. Jugó muy suelto el Madrid en la primera mitad, con criterio y sentido, pero se vino abajo con estrépito en la segunda. Rugió el Galatasaray y el Madrid se vio incapaz de manejar el resultado. Comenzó a sangrar por las bandas, no supo competir en el duelo físico y acabó de rodillas.

El Madrid se había ayudado otra vez del balón parado para arreglarse un partido. Así, a partir de un saque de esquina y de otro de banda, ambos defendidos con bostezos y no con arañazos por el Galatasary, alcanzó el equipo blanco sus dos primeros goles. Y no eran en esta ocasión las acciones de estrategia un simple recurso de complemento, nada de un factor salvador a la desesperada. Porque sumaron en esa fase otros muchos detalles a favor del Madrid. Remó el equipo en su conjunto y también lo hicieron buena parte de sus individualidades. Sobre todo, McManaman y Makelele, un par de jugadores que se han acostumbrado a pasar con nota por los partidos, pero también de puntillas, casi inadvertidos para los grandes focos.

GALATASARAY 3|REAL 2

Galatasaray: Taffarel; Capone (Fatih m. 46), Popescu; Bülent, Ergun; Okan, Umit, Suat (Akin), Hasan Sas; Hagi; y Jardel. Real Madrid: Casillas; Salgado, Karanka, Hierro, R. Carlos; Makelele (Celades m. 61), Helguera; Figo, Raúl, McManaman (Solari m. 90); y Morientes (Guti m. 69). Goles: 0-1. M. 33 .Helguera, de cabeza. 0-2. M. 43. Makelele, de tiro cruzado. 1-2 M. 47. Umit de penalti. 2-2. M. 66. Hasan Sas, desde cerca. 3-2. M. 75. Jardel, de cabeza.. Árbitro: Pier Luigi Collina (Italia). Amonestó a Okan, Popescu y Salgado. . Unos 21.000 espectadores en el estadio Ali Sami de Estambul.

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Del Galatasaray apenas se supo en la primera mitad. Apareció por el Ali Sami con una timidez desconocida, sin la agresividad anunciada, desmintiendo esa fama de ferocidad que le precedía como local. El Madrid le complicó la salida buscándole muy arriba y no encontró demasiadas respuestas. Ni en el centro del campo, donde el cuadro turco anduvo perdido, ni arriba, zona a la que Hierro puso un candado. Así las cosas, el Galatasaray vivió en ese periodo inicial a expensas de Hagi, de lo que queda de él.

A sus 36 años, Hagi es una ruina física. Le sobra campo por todos los lados, ya no puede jugarle de igual a igual a nadie. Su ventaja es que lo sabe. Así que instala su campamento en un territorio reducido -en el costado derecho, diez metros arriba y abajo de la línea media, en el primer tiempo, y el mismo tramo pero en el lado izquierdo en el segundo-, espera a que sus compañeros, que le buscan siempre, le entreguen la pelota y desde allí pone a funcionar su zurda, que, esa sí, sigue tan mágicamente precisa como el primer día. E igual sorprende con un tiro lejano que cambia el juego en largo para la carrera de Hasan Sas, el único incordio verdadero que tuvo el Madrid en el primer tramo. Y del resto de asuntos, los defensivos principalmente, se desentiende.

El Madrid supo aprovechar la dimisión de Hagi en el primer tiempo para engancharse al partido. Hacia allí volcó McManaman el juego de su equipo, forzando constantes uno para dos, y empujando a Roberto Carlos hacia arriba. Exprimiendo ese agujero y jugando con calma y soltura el Madrid logró dejar en nada al Galatasaray y alcanzar el descanso con un resultado muy favorable.

Sin embargo, el 2-0 con toda la pinta de asunto resuelto se tambaleó de veras en la segunda mitad. Primero, porque Lucescu reparó a su equipo con los relevos, sobre todo cambiando de costado el campamento de Hagi y reforzando esa banda derecha que había sido hasta entonces el paraíso del Madrid.

La pelota cambió de pies y las revoluciones del Galatasaray se dispararon. De pronto, el equipo dormido del primer tiempo empezó a entrar a toda pastilla por los extremos. Y el Madrid, que se había sentido tan cómodo hasta entonces, se vio tan sorprendido que se quedó sin respuesta. No supo como frenar al Galatasaray, que acabó zampándose al rival en todos los terrenos. También en el centro del campo, por donde Helguera, McManaman y Makelele empezaron a perder el norte. Del Bosque intentó arreglar la caída con Celades tras el 1-2, pero no se arregló nada.

En todo caso, el Galatasaray devoró al Madrid especialmente por las bandas, en las que Míchel Salgado y Roberto Carlos fueron pasados por encima. Tras el 1-2, de penalti, fue el ala de Roberto Carlos la que más sangró. Fue por allí por donde Fatih, la gran baza de Lucescu tras el descanso, descolgó la remontada. Llegaba al fondo y se inventaba centros de todos los colores, por raso (para el 2-2 de Hasan Sas) y por alto (para el definitivo 3-2 de Jardel).

Y al final, lo que comenzó como un paseo militar del Madrid, terminó en remontada por las bravas del Galatasaray. Los blancos no supieron manejar una ventaja sustanciosa, se perdieron cuando el partido viró del lado físico y acabaron aplastados por los turcos. La eliminatoria, gracias a esas dos acciones a balón parado del comienzo, sigue en todo caso viva.

Reuters

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