_
_
_
_
VISTO / OÍDO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Lo que no se debe decir

No me faltaba más que defender a Milosevic. No lo voy a hacer, no le quiero nada; los energúmenos esperan. Los energúmenos creen que salirse de su pensamiento es ser energúmeno. Sólo digo que no veo a Milosevic peor que a Sharon. ¡No me faltaba más que criticar a Sharon! 'Lo que no se debe decir, no se puede decir', decía el pobre Larra, y 'escribir en España es llorar'. Como ya hay libertad de prensa, no hay por qué llorar: sólo adaptarse a lo que mandan los dueños de la libertad de prensa. Si digo que el crimen de Bush de negarse a cumplir los acuerdos contra el recalentamiento del planeta es más grave que lo de Milosevic, Castro, Husein, crearé un escándalo entre los bien pensantes de moda.

Pero no tengo que defender a ninguno: bastará con que diga que es injusto que sus pueblos están horriblemente maltratados, condenados a enfermedades y muertes prematuras por Occidente, y que los serbios fueron bombardeados por 19 países -y uno solo verdadero-, y que Kosovo y Macedonia están siendo arrasados por los mismos albaneses de los que se defendían los serbios. Pero yo no defiendo a Milosevic. Me repugna. ¡Como tantos! Únicamente, me parece que tener a pan y agua a un país de nueve millones de habitantes si no lo entrega al Tribunal Internacional de La Haya, creado únicamente para él, está fuera de las cuestiones que aprendí de mis catedráticos. Y me pareció horrible el juicio de Núremberg, y probablemente alguien -algún malauvista- recordará que cuando me lo mandaron escribí un artículo laudatorio a Franco y a José Antonio -al primero le odié siempre; el segundo me dio pena por su suerte, aunque fuera capitán de pistoleros y uno de esos filósofos de la necedad-, y eso concuerda con la defensa de los ahorcados, los suicidas y las condenas de Núremberg. Pero tampoco es eso. Me alzaba contra unos criminales de guerra que juzgaban a los criminales que perdieron; contra la ley del más fuerte.

No sé cómo decir, sin ser vituperable, que Yugoslavia/Serbia ha hecho lo posible por no entregar a un tribunal raro y prejuzgante a quien fue su jefe de Estado por elección, y que cuando se volvió a votar tras las bombas y la cuarentena, aún le votaron mucho; y porque su Constitución no se lo permite. Permitía: pasará por encima de ella. Quiere juzgarlo en su país, pero vale. Los perros del señor esperan. Qué lástima, no se les ocurrió lo que a los rumanos con los Ceausescu. Lo que se quitaron de encima.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_