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Los bomberos instan al Ivima a reparar con urgencia un edificio de su propiedad

En el deteriorado inmueble de la calle de Amposta viven 56 familias

Oriol Güell

'Llevamos años quejándonos y el Ivima no nos hace ni caso', lamentan los vecinos. El aspecto de las viviendas, todas ellas de entre 43 y 48 metros cuadrados, es desolador. Las grietas, de hasta tres centímetros de grosor, permiten que el viento sople en dormitorios y salones; los azulejos de baños y cocinas se caen; los vecinos tienen que colocar cartones y tablas de corcho blanco para impedir que las humedades de la pared pudran los colchones y la ropa de los armarios; y los ladrillos de una fachada se pulverizan al más mínimo roce.

'Hay que pintar o empapelar la casa cada tres meses en invierno, porque las paredes se caen a trozos', explica María del Carmen Ballesteros, que vive en uno de los bajos del edificio. Carlos Alejándrez, que vive en el segundo piso, se queja de que 'los tabiques ya no aguantan más' mientras da una patada a un montón de escombros que el jueves al mediodía cayeron en el pasillo de su vivienda.

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La situación del inmueble se ha agravado por un gran escape en las tuberías de agua y saneamiento que ha inundado copiosamente el sótano del edificio, de unos quinientos metros cuadrados, según descubrieron ese mismo día los bomberos mientras efectuaban la inspección.

Agua en la estructura

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Medardo Tudela, jefe de la dotación que acudió al edificio, señaló que 'el agua acumulada bajo el edificio está dañando la estructura y se necesita una reparación urgente para frenar el deterioro'. Sobre las vigas de dilatación del dificio, que según los vecinos empezaron a abrirse hace cuatro años, se ha acelerado este proceso por el aumento de humedad en el inmueble, según Tudela. Tras la inspección, los bomberos remitirán un informe a la Junta Municipal de Canillejas-San Blas para que proceda a comunicar al propietario, el Ivima, la obligatoriedad de reparar los daños. Fuentes del Ivima señalaron que procederán a arreglar el escape de agua en los próximos días.

Victorio Rubio, un vecino que vive en el inmueble desde hace 39 años, dice estar 'desesperado' porque el Ivima no ejecuta el traslado, prometido hace cinco años, al edificio contiguo, en el número 33 de la calle de Amposta. El Instituto de la Vivienda tiene presupuestada desde julio de 1997 la reforma de este edificio, pero no ha podido llevarla a cabo 'porque primero hubo que acudir a los tribunales para el desalojo de una vecino que no se quería ir y luego siete familias ocuparon los bajos del edificio'. Fuentes del instituto añadieron que 'cada vez que se detecta una ocupación y se identifica al responsable se denuncia a los tribunales para conseguir un nuevo desalojo'. Este procedimiento retrasa el proceso, porque, 'cuando llega la orden y se acude a ejecutarla, las personas que lo ocupan han cambiado y hay que empezar de nuevo', explica el Ivima. 'Hemos pedido al juez decano de Madrid, Fernando Fernández Martín, la unificación de todos los procesos judiciales abiertos para emprender su ejecución conjunta e inmediata', añaden estas mismas fuentes.

Esta explicación, sin embargo, no convence a los vecinos. 'Primero por una cosa y luego por la otra, llevamos cinco años así, y nuestra casa está cada vez peor', se queja Victorio Rubio. María del Carmen Ballesteros, por su parte, no entiende que 'sólo venga [el Ivima] de vez en cuando a poner baldosas que se caen en dos meses y no acelere de una vez la reforma del otro edificio'.

Aspecto de los pisos de la calle Amposta.
Aspecto de los pisos de la calle Amposta.RICARDO GUTIÉRREZ

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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