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Columna
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Centrista a fuer de Benidorm

Nada mejor que agua para ahogar en algunas conciencias el rumor de sotanas y cíngulos -incluso el crujido de confesionarios- provocado por la ley de parejas de hecho. Por eso Alejandro Font de Mora se puso ayer una corbata de color canela y volvió a sacar en el hemiciclo el botijo del Plan Hidrológico Nacional (PHN). Era la tercera vez que se lo ponía en la cadera y lo subía a la tribuna, incluso soltó una metáfora sobre Indalecio Prieto, por ser 'socialista a fuer de liberal', mientras le tendía la alfombra roja al presidente de la Generalitat.

Eduardo Zaplana, a quien una vez más el lazarillo Rafael Blasco ha situado en el centro, sólo tuvo que poner las zancas en la tabla y hacer surf en la boca de ese mismo botijo. Con los ecos del debate del Congreso de los Diputados se construyó una escenografía para hurgar en las contradicciones hídricas de los socialistas, aunque sólo arrancó murmullos en la oposición. Se notaba que el miércoles había jugado al pádel con su compadre Jaume Matas y había cerrado a palazos (con estilizados brincos de guepardo, como inmortalizó la foto de primera de Las Provincias) los flecos del PHN, mientras dejaba con dos palmos de nariz al negociado de las artes plásticas del IVAM con su premio Julio González. Donde haya una buena corrida que se quite el fútbol.

Pero el PSPV no quiso beber de ese agua, puesto que, aparte de lo redundante, en su interior está librando una sorda digestión entre el programa electoral y los postulados de última hora de una empresa que trabajó para Josep Borrell. A Zaplana tampoco le interesaba hablar de listas de espera como pretendía Joaquim Puig, y optó por llenarse la pechera de medallas y disfrutar de las buenas vibraciones que le daba estar sobre la cresta de su propia ola. Y encima tuvo que salir Joan Ribó y recordar la ponzoña caldosa del río Segura para que Zaplana, desde el centro absoluto, diese una vuelta de campana sobre sí mismo sin soltar la tabla y responsabilizase de los índices de cadmio a todos aquellos que se oponen al PHN. Y si no, allí abajo estaban José Luis Olivas mirándose las uñas y Serafín Castellano desafiando a la ciencia con su rigor mortis para acreditarlo. Porque el PHN es tan bueno para los botijos como para los hisopos. Y eso es el centro.

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