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Reportaje:

Nuevas piezas para el 'puzzle' de la esquizofrenia

El hallazgo de los primeros genes aporta pistas para integrar los nuevos y dispersos descubrimientos

Por estudios en familias de esquizofrénicos se sabe que la enfermedad no obedece a un solo gen y que lo que se hereda es la susceptibilidad a desarrollarla. La prueba principal la dan los gemelos genéticamente idénticos (monocigóticos): sólo en menos de la mitad de los casos ambos son esquizofrénicos, pero tanto los hijos del gemelo no afectado como los del gemelo esquizofrénico tienen un riesgo similar (menor del 20%). Hay, pues, factores no genéticos que condicionan la expresión de algún gen y la aparición de la enfermedad.

La búsqueda de los genes de vulnerabilidad había dado pistas en los cromosomas 5 y 6, entre otros. En abril de 2000, la revista Science señalaba una región del cromosoma 1, y ahora un equipo alemán anuncia la identificación de un gen en el 22 cuya alteración predispone a una forma de esquizofrenia catatónica. El estudio se realizó en 12 familias con numerosos afectados y se publicó la semana pasada en la revista Molecular Psychiatry.

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Una leve mutación de este gen encontrada en todos los enfermos parece ser la causa de que se produzca una versión alterada de la proteína cerebral WKL1, relacionada con la comunicación entre las neuronas. ¿Qué importancia puede tener el hallazgo? 'Si descubrimos la verdadera función de este gen podremos tener una mejor idea de las bases biológicas que conducen a la esquizofrenia', responde Jobst Meyer, coautor del trabajo y profesor de Psiquiatría de la Universidad de Wuerzburg (Alemania). Y añade: 'Este hallazgo aporta nuevos indicios para el descubrimiento de más genes relacionados con el espectro clínico de las esquizofrenias, algo que se antoja, por ahora, muy complejo'.

Lo que está claro es que 'no hay un solo gen implicado y que el descubrimiento de distintos genes que actúan de diversas maneras nos va a ayudar a entender mejor la enfermedad o a aclarar que no es una sino varias, además de avanzar en la comprensión de la mente humana', puntualiza Jerónimo Saiz, jefe de Psiquiatría del hospital Ramón y Cajal de Madrid.

Factores ambientales

Pero los genes son sólo parte del problema. 'Los hallazgos genéticos nos convencen cada vez más de la importancia de lo ambiental', apunta Saiz. La esquizofrenia se presenta como un cóctel de factores genéticos, bioquímicos, personales, familiares y sociales, y para su estudio se emplean estrategias diferenciadas.

Aparte de la genética, hay otras tres áreas de investigación principales: la neurobioquímica, la neuropsicológica y la neuroimagen, según Miguel Bernardo, director del programa de esquizofrenia del hospital Clínico de Barcelona. La neurobioquímica indaga las alteraciones de los neurotransmisores cerebrales, implicados en la aparición de los síntomas de la esquizofrenia (la dopamina es el principal); la neuropsicológica se centra en los factores de vulnerabilidad previos a los síntomas, y la neuroimagen, que aporta información valiosa sobre las alteraciones funcionales y estructurales del cerebro, demostradas en el 70% de los pacientes.

La integración de los resultados de todas estas líneas de investigación apuntan, como explica Bernardo, a que existen diversos factores predisponentes: las alteraciones genéticas, la malnutrición fetal (especialmente en el segundo y el tercer trimestre) y la concurrencia de infecciones (hay un efecto estacional relacionado con las enfermedades víricas al final del invierno) o traumas perinatales, entre otros. Pero sobre esta predisposición actúan los llamados factores precipitantes, que pueden ser desde las situaciones de estrés en la adolescencia hasta algunos rasgos de la personalidad del individuo.

Igual que en las enfermedades cardiovasculares, estamos ante un problema complejo y grave en el que intervienen muy diversos factores. Para complicar el asunto, subraya Saiz, 'ningún factor es necesario ni suficiente'.

El paso de la investigación a la terapéutica es también incierto. Como explica Meyer, 'si el gen resulta ser la causa de la esquizofrenia en más familias, podría aspirarse a encontrar un tratamiento médico. Pero incluso en este caso, antes de nada es importante aprender más sobre su función. Por supuesto, para el desarrollo de fármacos específicos faltan años'.Con los medicamentos actuales el 25% de los enfermos se recuperan por completo; otro 50% sólo parcialmente, y el 25% restante no se recupera ni con tratamiento. La ventaja de los modernos fármacos respecto a los neurolépticos de la década de los cincuenta es que producen menos efectos secundarios. Esto mejora el cumplimiento y hace que los enfermos tengan menos recaídas y mayor adaptación social. La rehabilitación social y laboral es una parte importante del tratamiento. Pero para muchos esquizofrénicos, estas terapias son insuficientes. Hacen falta fármacos específicos y medidas preventivas que sólo llegarán cuando se aclare un poco más el puzzle de la esquizofrenia

El cerebro y todo lo demás

Aunque la esquizofrenia se ha considerado tradicionalmente un trastorno psiquiátrico, la mayoría de los enfermos presentan síntomas neurológicos que indican daños cerebrales. En España, unas 400.000 personas -la mitad de ellas con menos de 35 años- muestran síntomas y signos propios de la esquizofrenia (el abuso de drogas puede originar síntomas similares), lo que plantea un gran reto científico y social. Las manifestaciones externas de la esquizofrenia se clasifican en dos categorías de síntomas: positivos (presencia de rasgos y conductas anormales) y negativos (ausencia de conductas y rasgos normales). El más importante de los primeros y de este espectro de enfermedades es el trastorno del pensamiento, que se vuelve desorganizado e irracional. Los esquizofrénicos tienen grandes problemas para ordenar sus pensamientos y diferenciar las conclusiones razonables de las absurdas. Saltan de un tema a otro y encadenan palabras sin sentido, a veces sólo por su rima o sonoridad. Otro síntoma positivo característico son las alucinaciones (percepciones de estímulos que en realidad no existen), principalmente auditivas y olfatorias. Una de las más habituales es la de oír voces, que ordenan al enfermo que haga algo, que le riñen o que dicen algo sin sentido. Y hay un tercero: los delirios, que son creencias que claramente no tienen nada que ver con la realidad. Los más habituales son los de persecución (alguien que conspira contra uno); de grandeza (el enfermo cree ser un personaje importante o con poderes especiales que nadie más posee), y de control (el esquizofrénico cree que otros le controlan y le tienen intervenido el cerebro). Todos estos síntomas positivos son característicos de la esquizofrenia y parecen estar relacionados con la actividad excesiva de algunos circuitos neuronales (dopaminérgicos, principalmente) y son los que mejor se controlan con el tratamiento. Por el contrario, los síntomas negativos (pobreza de lenguaje, falta de iniciativa, incapacidad para experimentar placer, retraimiento social o débil respuesta emocional) no son específicos de la esquizofrenia y se observan también en otras patologías neurológicas en las que hay daños cerebrales, principalmente en los lóbulos frontales.

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